sábado, 22 de abril de 2017

BERTAUX: SOCIOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA Y RELATOS DE VIDA, RESEÑA DEL ARTÍCULO





REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Curso: Historia Regional y Local
Profesora: Dra. Elina Lovera Reyes
Participante: Manuel Bas. CI. V.-8.203.033
Caracas, 30  de enero de 2017


SOCIOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA Y RELATOS DE VIDA DE BERTAUX (Reseña de Artículo)


     Antes de entrar en detalles en la reseña del  artículo que aquí me ocupa, es menester, de entrada referir, aunque brevemente, algunos detalles biográficos de Daniel Bertaux (1939). Bertaux es un destacado sociólogo francés que emplea las biografías en sus estudios sociológicos, la movilidad social e historia de vida. Es un consumado activista de la Asociación Internacional  de Sociología Europea  y de la Asociación de Sociología Francesa, de esta última es su fundador y presidente. Ha publicado una extensa e importante obra en materia de sociología, de las cuales sólo mencionaré, por razones de espacio, tres vinculadas al tema a tratar en estas líneas: La Perspectiva Biográfica Validez Metodológica y Potencialidades” (1980), “Biografía y Sociedad” (1981), “Los relatos de Vida en el Análisis Social” (1986), entre otras.



     “Sociología de la Vida Cotidiana y Relatos de Vida” (1983) de Daniel Bertaux, es, entre otras cosas, una especie de ventana para penetrar en lo más profundo de la sociedad a través del discursos sistematizado de individualidades y su entorno. Este estudio fue publicado en 1983 en la “Revista Suiza de Sociología”, Vol. 9, nº 1, pp. 67-83, traducida por Blanca Gabin, publicada a su vez por el Centro de Estudios y Movimientos Sociales de París, Francia.

     Es conveniente, antes de adentrarme en el análisis de este artículo aclarar los términos: “Relato de Vida”  e “Historia de Vida” que con frecuencia tienden  prestarse a confusión. Siguiendo a Simmons (1992) citado por Rusque (2001), el primero refiere “… una historia de vida complementada con documentos o con otras narraciones, dándole de esta manera una perspectiva más amplia que la narración de su vida cotidiana hecha por un solo actor”. (p. 198). De acuerdo con el autor arriba citado, el segundo conceptualiza “…el detallado relato del comportamiento de un individuo en su entorno”. (Ibídem). Aclarados ambos vocablos, que son, no obstante como la cara de una misma moneda, me adentraré en el estudio de la obra de Daniel Bertaux que aquí me propongo. Naturalmente el relato de vida de acuerdo con el fundamento conceptual ya expresado requiere además del diálogo franco, cara a cara, intersubjetivo entre investigador e investigado y con otros actores sociales involucrados, la revisión de los más variados documentos (fuentes secundarias) lo que permite tener una perspectiva más amplia al investigador. De esta manera de acuerdo con Bertaux (ob. cit.) se penetra profundamente en la vida cotidiana del actor social investigado, sus modos de vida, que  naturalmente, no se construyen solos, involucran tres tipos de movilizaciones: familias, profesiones y viviendas, que están presentes de manera cíclica en los individuos y sus modos de vida.

     Al hablar de la vida cotidiana, de acuerdo con Bertaux (ob. cit.), refiere el estudio de manera ineludible siete categorías o variables principales tales como: miseria, pobreza, penuria, equilibrio, comodidad, riqueza y poderío, que están en permanente interacción, que, no obstante son ineludibles según este autor, criterio que comparte quien escribe, para el estudio de la vida cotidiana de los individuos y colectivos. Con referencia a lo planteado por este intelectual, en la misma forma, buscando nuevos horizontes en la historiografía, Bruno (2009) también admite aspectos o categorías similares para conocer la vida cotidiana, lo que en definitiva abre nuevos caminos en los estudios históricos. A través de los relatos de vida puede aproximarse de acuerdo con el protagonismo del actor social, y el desenvolvimiento en su vida, conocer diversos acontecimientos y hechos, de una sociedad determinada.

     Otro aspecto de relevancia es la tipología socioeconómica de los modos de vida de los individuos, que naturalmente, existen variantes de persona a persona, por ejemplo, existen marcadas diferencias entre los modos de vida rural y urbana, a esto hay que agregarle lo que Bertaux denomina necesidades materiales (primarias) y la relación recursos-necesidades (secundarias) en la que se encuadran las siete categorías arriba mencionadas. Entonces cabe la pregunta ¿Cuál es la tarea del sociólogo e historiador en la sociología de la vida cotidiana y en los relatos de vida? Bertaux responde a esta pregunta de esta manera: poner a la vista las categorías construidas a través del discurso corriente sobre la sociedad, esto, naturalmente responde al criterio de que una sociedad estructurada en clases sociales su función principal es expresar en forma clara, analítica  lo que Casas (s. f.), denomina “memoria histórica social colectiva” que tiene un vínculo natural con la identidad social y cultural de los individuos, que, no obstante está relacionada con la memoria que un grupo elabora sobre su pasado (prácticas, costumbres, cosmovisiones y representaciones heredadas). Para este investigador,  toda identidad tiene que ver con el pasado, toda identidad es historia condensada.

Es a la vez la memoria de tiempos anteriores resignificada, reinterpretada a partir de nuevos procesos y elementos. No olvidemos que el recuerdo es selectivo, y que unido a la razón implica reconstrucción,  y a la vez deformación de los acontecimientos, este es el riesgo que deben correr, y al propio tiempo saltar quienes hacen relatos  e historias de vida. Es, en mi criterio, una especie de representación mítica producto de las representaciones sociales que fijan una imagen y un contenido que expresa el momento más importante de un pueblo (no la del investigador) aunque pueden existir coincidencias; y que a su vez tiene como puerta de entrada la vida de una persona, que frecuentemente cristaliza en la memoria social, que a su vez pueden ser visualizadas en las festividades tradicionales y populares.

     Sumado a lo arriba expuesto, habría que agregar  lo planteado por Baudrillard citado por Bertaux (ob. cit.), el énfasis del valor de uso de los objetos de consumo, los cuales implican el valor de uso simbólico, el valor de uso de las familias, sus significados, lo cual involucra a vecinos, familias, amigos, colegas... Cabe destacar además, la importancia que tiene la producción cultural de las energías humanas referidas no sólo a la socialización primaria (la familia) diversificada según los medios sociales (secundarios), los aparatos de difusión cultural de carácter antroponómico, es decir, modos de vida, normas morales de sus miembros, aspectos fundamentales de la vida cotidiana referidos por Bourdieu (1979) citado por Bertaux a los modos de vida de los individuos y los colectivos.

     Vinculado a los conceptos de la sociología de la vida cotidiana y relato de vida de Bertaux, que de algún modo tiene que ver con el conocer los “modos de vida” de la gente e individualidades que se quieren estudiar, que está reseñado en el artículo que aquí me ocupa, está de manera implícita las fuentes que emplea el investigador.

Puedo expresar sobre este particular de manera taxativa, que no es posible conocer la vida cotidiana o realizar un relato de vida sin tener que acudir a las fuentes que nos informen al respecto. Si partimos al menos de tres ideas básicas de (Historia) expresada por Medina Rubio (1993) que la historia (de cualquier forma o enfoque) está referida a procesos humanos del pasado, múltiples, heterogéneos y discontinuos; que la historia es el registro de procesos que hacen los cronistas, narradores e historiadores; y que la historia es una disciplina científica que investiga temas en la que se emplean técnicas, métodos y procedimientos de investigación, cabría la pregunta ¿es posible estudiar el pasado, explicarnos sus fenómenos y hechos, y tener una apreciación del conocimiento de la vida cotidiana sin el empleo de fuentes? La respuesta es simple, no. El empleo de fuentes (papeles de familia, registros parroquiales, libros de notarios, crónicas de viajes, periódicos, tradiciones orales y otras) es un criterio que comparten todos los historiadores. González entrevistado por Hernández López (Presentador) (2005) expresa es indispensable recurrir al relato oral, a los recuerdos de la gente, a los archivos de los municipios y parroquias para conocer el pasado.

     En relación al uso de las fuentes, Medina Rubio (ob. cit.) expresa que intentar comprender y explicarnos el pasado sin el empleo de fuentes no es más que un ejercicio de la imaginación, sin ningún contenido histórico. Para este autor las fuentes escritas,  documentos tales como: prensa, memorias, literatura; iconografías (gráficas y obras plásticas), testimonios orales grabados o no, son de vital importancia para hacer historia. Al respecto Burke (1996) agrega que uno de las contribuciones fundamentales aportada por lo que en estos últimos años se ha denominado la “nueva historia” es el criterio de examinar la mayor variedad de fuentes posibles (orales, estadísticas, cifras de comercio, cifras de población, visuales en su más variadas formas) y la constante búsqueda de nuevas fuentes que sirvan de complemento a documentos oficiales y privados; que a su vez que se contrasten las fuentes orales con las escritas y viceversa, para ser analizadas según Burke; Medina Rubio (ob. cit.), y estudiadas por equipos multidisciplinarios (sociólogos, psicólogos, antropólogos sociales, críticos literarios, economistas, entre otros).

     Como complemento a lo arriba señalado, es conveniente debatir y revisar, de acuerdo con Fernández (2009), viejos problemas y la búsqueda constante de nuevos, sin dejar de lado lo expresado por Briceño de Bermúdez (1998) que en el estudio de la Historia la vida humana transcurre en un espacio dinámico, cambiante, resultante de múltiples relaciones del hombre con su medio, y en unas condiciones históricas determinadas. Sirve además, de acuerdo con esta investigadora, para estudiar los procesos de pensamiento cotidiano y las ideas implícitas de las representaciones colectivas. Al respecto la microhistoria italiana (Carlo Ginzburg) hace unos aportes significativos en el sentido de proponer la reducción de la escala de observación al momento de realizar un estudio, que para el abordaje  se debe procurar obtener información acerca de cómo los hombres y mujeres, insertos en un determinado contexto temporal y espacial, experimentaron sus condiciones de vida, para rastrear las características y dinámicas. (Bruno, 2009).

     Sobre este particular, habría que agregar lo señalado por Agner Heller citado por Bertaux (ob. cit.) referente a las particularidades del mundo capitalista, que, no obstante está inmerso en tres grandes procesos históricos que comparten los países del mundo desarrollado: la nueva estructura de clase social relacionada con los modos de producción capitalista, la industrialización y la urbanización; pero, Bertaux advierte, que lo señalado por Heller, habría que incluirle una cuarta variable o categoría o proceso histórico: la “escolarización”; a lo que yo además agregaría, la categoría [industrialización] la segunda revolución industrial: la digital.

      Esto, naturalmente, no sin la crítica, que según Bertaux, el principal inconveniente de las categorizaciones: es su carácter “fijista”, que pudiéramos considerar como estaticismo, generar dogmas o espacios de pensamientos reduccionista, por lo tanto, siempre hay que dejar una válvula de escape para la crítica, la reflexión y la entrada en el juego a nuevas ideas, lo que permite oxigenar y revisar las categorizaciones ya existentes, que con el tiempo se hacen anacrónicas o pierden vigencia como lo hemos presenciado hoy los hombres del siglo XXI, como son los casos, solo por citar algunos: el materialismo histórico, el positivismo, el estructuralismo y el funcionalismo, sin negar su aporte al pensamiento.

     Esta situación fijista, estática, anti dinámica, a mi juicio es contraria a la naturaleza humana, y desde luego, a la histórica; y dificultaría la comprensión de la vida cotidiana, que lógicamente están en constante ebullición, transformándose minuto a minuto, repercutiendo en el ciclo de la  vida familiar y de la permanente modificación de sus recursos y de cambios en la esfera profesional (movilidad social). En relación a estos señalamientos cabe citar a Bertaux (2000) en  Bertaux (ob. cit.) “El sociólogo que busca analizar la vida cotidiana debe, por lo menos, es la tesis defendida aquí, pasar por el modo de vida”. (p. 7).

     Al respecto, profundizando este punto, en mi criterio, es de vital importancia para los estudios de los relatos de vida, lo señalado  por Burke (1996), en los postulados de lo que últimamente se conoce como la “Nueva Historia”, el interés de su planteamiento es el estudio de la historia “desde abajo”, es decir, debe interesarse por la opinión(es) expresada(s)  por la gente común  y corriente y su experiencia en el cambio social; así como también, la historia de la cultura popular, que ha sido, en estos últimos tiempos objeto de considerable interés para los historiadores, y que cabe recordar además, que este enfoque, está presto a estudiar toda la gama de actividades humanas por su naturaleza inter y múltiple disciplinaria, lo que involucra a sociólogos, antropólogos sociales, críticos literarios, psicólogos, [entre otros].

     Para ir cerrando la reseña de este artículo, cabe recordar lo planteado por Luís González entrevistado por Hernández López (Presentador) (2005) en su tesis de la Microhistoria Mexicana, que la vida cotidiana se refiere a la gente en su propio medio, para hablar del hombre común y corriente, para buscar ciertos fondos del ser humano que no aparecen en la “historia nacional”, ni mucho menos en la filosofía de la historia. Sobre este tópico, cabe agregar el planteamiento de Martínez Assad entrevistado por Hernández López (ob. cit.) que la historia es una perspectiva que se construye y reconstruye todos los días, y que cualquier localidad, individuo, pueblo está en la historia por muchas razones aunque no aparezcan  en los manuales de historia oficial.

     Esto, en mi opinión, debe ser la consigna central de los que nos adentramos en el estudio de los relatos de vida y a la sociología de la vida cotidiana. No sin advertir, que cualquier planteamiento teórico, por lúcido y es esclarecedor que pudiera ser, no dejar de ser parcial, y que la regla debe ser rescatar de ello lo útil para un determinado estudio, para evitar caer en reduccionismo, anacronismo, de lo que somos testigos todos los que hemos asistido al derrumbe de las más recalcitrantes ideologías nacidas en el siglo XIX y que dominaron gran parte del siglo XX en el mundo: marxismo, positivismo, estructuralismo y funcionalismo, solo por nombrar, las más que estuvieron en boga.


MUESTRA VISUAL

Willie. Ilusiones ópticas: crudo claroscuro para componer-descomponer
prototipos industriales (2016). colección Manuel C. Bas S. Caracas D. C.

Leonardo Alvarado. (2012). 
Puente colonial de acceso a la Aduana Marítima del Puerto El Rincón Barcelona
Colección Manuel Bas. Caracas, D. C. 


REFERENCIAS

Bertaux, Daniel. (1983). Sociología de la Vida Cotidiana y Relatos de Vida (Blanca Gabin, Trad.). [Sociologia du Vie Quotidien et Raconter du Vie]. Revista Suiza de Sociología. Vol. 9. No. 1. (pp. 67-83). Suiza.

Briceño de Bermúdez, T. (1998, Julio-Diciembre). De la Ciudad Colonial a la Región Historia. Tiempo y Espacio. Vol. XV. No. 29-30. (pp. 9-22). Caracas: Instituto Pedagógico de Caracas, Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry”.

Bruno, P. (2009). Apuntes historiográficos sobre la historia de la cultura. Revista en línea del Seminario de Estudios de Historia Cultural, Universidad Autónoma de México. Año 9. México, pp. 1-18.

Burke, P. (1996). Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro. En P. Burke y Otros, 1996, Formas de Hacer Historia. (vers. José Luís Aristu). [New Perspective on Historical Writing]. (2a. ed.). (pp. 11-37). Madrid: Alianza Editorial, S. A. (Trabajo original publicado en 1991). [Libro en línea]. Disponible: https://rfdvcatedra.files.wordpress.com. [Consulta: 2016, Noviembre 16].

Casas, José. (s. f.). Las Rupturas y Cristalizaciones entre la Memoria Colectiva: Los casos de San Juan y Jáchal. [Documento en línea] Disponible:  http://www.fices.unsl.edu.ar/~kairos/k12-archivos/casas%20jose.pdf.

Fernández, Sandra. (2009). El revés de la trama. Contextos y problemas de la historia local y regional. [Conferencia magistral desarrollada en la inauguración del III Encuentro Regional de Historia y Ciencias Sociales y I Encuentro de Geo-Historia, Rivera, Octubre 2008]. Dialnet Revista Digital Estudios Históricos, no.1, Universidad de la Rioja, España, pp.1-17. Disponible: www.estudioshistoricos.org/edicion1sandra-fernandez.pdf. [Consulta: 2016, Noviembre 7].

Hernández López, C. (Presentador). (2005). Mesa Redonda: Microhistoria Mexicana, Microhistoria Italiana e Historia Regional. [Entrevista a Luís González, Carlos Martínez Assad y Carlos Aguirre Rojas]. Relaciones (vers. Impr.). Año/Vol.XXV. No. 101. (pp.193-224). Colegio Michoacán: Zamora, México.

Medina Rubio, Arístides. (1993). Introducción a la Historia Regional. Historia para Todos. No. 3. Caracas: Editorial Tropycos.
Rusque, A. (2001). De la Diversidad a la Unidad en la Investigación Cualitativa. (1a., 1a. reimpr.). Caracas: Ediciones Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela/ Vadell Hermanos Editores.












REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Curso: Historia Regional y Local
Profesora: Dra. Elina Lovera Reyes
Participante: Manuel Bas. CI. 8203033
Caracas, 23  de enero de 2017

PETER BURKE LA NUEVA HISTORIA SU PASADO Y SU FUTURO
(Resumen)

      En estos últimos tiempos, somos  testigos, como el campo de la historiografía ha sufrido una rápida expansión del universo de historiadores, apareciendo con ello nuevos campos; la Historia General se independizó de la Economía, los historiadores han mostrado interés por el estudio y análisis de la lucha por el poder (Foucault) en muchos planos de la vida humana. Estos cambios fundamentales, al propio tiempo característico de la forma de hacer historia se ha gestado  en lo que se ha denominado la “Nueva Historia”, conocida más en Francia que en otras partes del globo terrestre. El nombre nueva historia proviene de una colección de ensayos de Jacques Le Goff, sin embargo, hacer una definición sobre esta manera de hacer historia no es fácil debido a que lo que se ha denominado con este nombre tiene diversos enfoques y, es, de algún modo una reacción contra el paradigma de la historia tradicional, ya agotado.
     Sumado a lo hasta ahora planteado cabría la pregunta ¿hasta qué punto es la nueva historia, nueva? Un repunte significativo de esta forma “diferente” de hacer historia, en el siglo XX arranca con fuerza en las décadas de los años 70 y 80, circunscrita a hechos ocurridos en esos tiempos. Sin embargo para algunos historiadores este concepto de historia está asociado a Lucien Febvre (1878-1956) y Marc Bloch (1886-1944) en 1929 cuando fundan la Revista “Annales de Historia Económica y Social” para promover este enfoque de la historia. Para Peter Burke (1996) este término se remonta a 1912 cuando James Harvey Robinson publica su obra: “La Nueva Historia”, la cual no tuvo mayor éxito en ese momento en los Estados Unidos. El planteamiento central de esta orientación teórica es escribir una “Historia” que deje de lado o fuera, los planteamientos referidos estrictamente a los acontecimientos políticos, que, no obstante, esta idea no es tan nueva porque ésta se remonta a 1860, y tiene entre sus artífices a (Jacob Burckhardt). Como se ve, detrás del panorama de lo que se denomina la nueva historia, no deja de tener ciertas complejidades epistémicas lo que dificulta dar una definición satisfactoria. Más aún, como se sabe, este término es conocido también  como  “Historia desde abajo”, “Historia de los vencidos” (Italia, Brasil), “Historia total” (Braudel) que integra los elementos de las demás Ciencias Sociales.
     Sin embargo desde la visión de los historiadores sociales, este enfoque podría ser  un proceso de interacción entre acontecimientos y tendencias de mayor importancia, por un lado, y el estudio de la vida cotidiana, por el otro. Al respecto, cabe señalar como una advertencia, que uno de los problemas del enfoque de la historia nueva (Braudel) como de la tradicional son las fuentes y los métodos empleados. Esto ha señalado el camino hacia nuevos objetos de investigación, nuevos tipos de fuentes que sirvan de complemento a la documentación oficial, como lo es el empleo de fuentes orales, y la relectura de estos documentos (oficiales) de una manera distinta, aunque siendo honesto al respecto, en mi opinión, los testimonios orales no han alcanzado hasta ahora la complejidad crítica que merece. Debe existir lo que yo llamo un diálogo entre las fuentes orales y las escritas, es decir, que las primera sirvan para validar las segunda y viceversa, sin restarle importancia la una a la otra.
     A lo arriba indicado, habría que agregar, que a pesar que ha habido una expansión considerable del universo histórico como lo señalé al principio, no hay una sola voz  que dé una explicación completamente satisfactoria sobre el hecho histórico, pues, un acontecimiento admite pluralidad de explicaciones, lo que nos da una pista de lo complejo de los sucesos que tienen como protagonista al hombre. Algunos historiadores han empleado la combinación de fuentes y enfoques estructurales y psicológicos para tratar de esclarecer los sucesos históricos de manera coherente, sin embargo, uno de los problemas más obvio al respecto es el de síntesis histórica, la cual tiende más bien hacia la fragmentación de la historia, que no obstante conlleva a la proliferación de subdisciplinas, que naturalmente son inevitables, por ello el historiador tiene que aprender a lidiar con este problema. A esta problemática habría que agregar los cada vez más creciente  problemas en este campo y el conocimiento humano cada vez más limitado para abarcarlos, que exige además, métodos más rigurosos y profesionales de alto nivel.
     En este contexto, es conveniente apuntar, y es casi una premisa hoy en el campo de la historia nueva, y es compartida por la mayor parte de los historiadores, que la idea de hacer historia al margen de la política es rechazada, y ello se debe en parte por la naturaleza política del ser humano, y por el interés cada vez más creciente por los temas políticos en la sociedad. Esto, desde luego, nos deja un panorama claro, dentro de tanta incertidumbre en el campo de la historia, y es que estamos lejos de hacer la historia totalizante preconizada por Braudel, hay más bien al respecto escepticismo sobre este particular por la mayor parte de los historiadores. En definitiva no se debe ensalzar al extremo el tema político en el quehacer historiográfico; pero tampoco se le debe ignorar.
     Como una conclusión, grosso modo, sintetizo las dos maneras de enfocar la Historia:
     -La historia tradicional tiene por objeto fundamental la política. La nueva historia se interesa por cualquier actividad humana.
     -La tradicional hace la historia como una narración de acontecimientos importantes. La nueva historia se dedica al análisis de estructuras.
     -La tradicional permite una vista desde arriba, centrada en las grandes hazañas de los grandes hombres, estadistas, generales, clérigos, a otros personajes se le asigna un papel menor en el drama. La nueva historia se interesa por la historia desde abajo, es decir por las opiniones de la gente corriente.
     -La historia tradicional se basa en documentos. La nueva historia examina mayor variedad de pruebas.
     -La historia tradicional es objetiva, cuenta los hechos como ocurrió realmente. La nueva historia tiene interés por toda la gama de la actividad humana, es inter y múltiple disciplinaria e involucra a antropólogos sociales, economistas, críticos literarios, psicólogos, sociólogos, entre otros.
     La historia nueva tiende hacer polisémica, inabarcable sus problemas, admite  variedad de definiciones, aborda múltiples problemáticas vinculadas con el ser humano, pero no se debe caer en el error de olvidar los aportes fundamentales que en el campo de la historiografía  dado por la historia tradicional, que de algún modo fue el paso previo para llegar a lo que se conoce hoy como la nueva historia, en el camino evolutivo de de la historia misma de la humanidad. Pareciera que hoy la historia está ausente de un paradigma que guíe las investigaciones.

REFERENCIAS

Burke, P. (1996). Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro. En P. Burke y Otros, 1996, Formas de Hacer Historia. (vers. José Luís Aristu). [New Perspective on Historical Writing]. (2a. ed.). (pp. 11-37). Madrid: Alianza Editorial, S. A. (Trabajo original publicado en 1991). [Libro en línea]. Disponible: https://rfdvcatedra.files.wordpress.com. [Consulta: 2016, Noviembre 16].