miércoles, 11 de septiembre de 2024

¿POR QUÉ EDUCAR AL HOMBRE?



¿POR QUÉ EDUCAR AL HOMBRE?




UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL SIMÓN RODRÍGUEZ




Núcleo Los Teques




Subdirección de Educación Avanzada

Programas de Formación Avanzada




Programa de Maestría: Maestría en Ciencias de la Educación




Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

Profesor Asociado: Universidad Simón Rodríguez

Facilitador del Curso

manuel.bas@hotmail.com

Curso: Filosofía de la Educación.

Tema 2: Ontología de la Educación

Caracas, Venezuela, mayo de 2024




Resumen

En estas líneas, abordo la naturaleza humana como la posibilidad de su educación

desde la ontología de Parménides, Heráclito, Platón, Heidegger, Aristóteles,

forjadores del estudio del Ser, lo que justifica la existencia, del pensamiento (nous),

el logos como elementos esenciales de la formación de la civilización, y como

elementos imprescindible de la creación de conocimiento e impulso de la educación.

El pensamiento y la historicidad nos explican el devenir del Ser. Porque somos

capaces de pensar (razón). La memoria está unida al pensar, por ello, para poder

llegar a pensar se tiene que hacer el esfuerzo de aprender a pensar, para que a

través del conocimiento y la educación acercarnos a un mejor destino humano.

Descriptores: ontología, pensamiento, historicidad, conocimiento, educación.

Palabras iniciales

La idea central de esta investigación, es dar una explicación, aunque breve: por

qué es educable el hombre; para ello he recurrido a la filosofía, particularmente a la

ontología antigua desde Parménides, su creador, pasando por Platón, Aristóteles a

la moderna de Heidegger. Cabe recordar, que antes de Parménides, la filosofía en

su comienzo se ocupaba de la física. La ontología da inicio al estudio del ser (Ente)

y su devenir en el tiempo, lo que a través de este estudio intangible, pero

trascendente se estudia el logos (razón), la lógica, el nous (pensamiento), lo cual

conlleva la posibilidad de que el ser humano sea educable para la construcción

sociopolítica donde habita el individuo.

Desde la aparición de la ontología, el conocimiento y la educación se convirtieron

en una necesidad humana vital, trascendente para el desarrollo humano. La Atenas

de Pericles (s. V a. C.) se constituyó en el mejor laboratorio experimental de

demostración de su utilidad. Con la aparición de la lógica deductiva e inductiva, los




criterios de la doxa y de la episteme, se determinó lo que es el saber, y todo

conocimiento, y que toda enseñanza se debe mover en esas coordenadas.

De acuerdo con Heidegger (1927/1953), el Ser, es el concepto más universal y el

más oscuro al mismo tiempo, es indefinible; por ello es de suprema universalidad. El

tiempo es el horizonte de toda comprensión del ser y de todas sus maneras de

comprenderlo, desde el punto de vista ontológico. El preguntar por el sentido del

ser, la investigación filosófica se encuentra frente a una de las cuestiones más

fundamentales abordar el hombre, conocerlo y de este modo dar respuestas a

muchas incógnitas de la vida humana.

A través de ontología se pudo desarrollar el pensamiento en ese devenir que se

puede enunciar como historicidad, claro está, sobre ambos no existe posturas

unívocas, sino más bien posturas relativas y subjetivas las cuales van a depender

del tiempo, la perspectiva, los paradigmas de donde estemos observando, una

realidad plural, pero que pueden ser articuladas dentro de una estructura de

pensamiento que responda a los problemas del mundo de la sociedad global actual

caracterizada por la complejidad de los problemas, en la que el conocimiento y la

educación tiene la última palabra, para resolverlos.

La ontología como explicación del ser educable

Antes de adentrarnos en este polémico tema: ¿Por qué educar al hombre? ¿Para

qué educarlo? como parte de la Ontología de la Educación, es de capital

importancia acercarnos brevemente al pensamiento del mundo antiguo donde surge

la ontología, la metafísica y la educación, de las cuales, las dos primeras, justifican

de modo demostrativo, ésta última. Según Julián Marías (1980), Parménides, el

filósofo más importante de los presocráticos, fue el descubridor de la ontología y la

metafísica, de esta manera la Filosofía pasó de la Physis (Naturaleza), Física a la

Ontología.

La ontología es una rama de la filosofía que estudia el “ser” de las cosas.

Etimológicamente indica: onto (ser), logos (tratado, razón, discurso, estudio del ser

en cuanto a ser y del ser causa de todo lo demás). El gran descubrimiento de

Parménides es el Ente (Lo que es, existe o puede existir); por esta razón su

pensamiento metafísico ha tenido la influencia desde entonces hasta nuestros días.

Asimismo, aquello que los griegos denominaron nous y los latinos mens (mente,

pensamiento), tiene su huella. Para Parménides, el ente es inmutable (no mudable,

que no puede ni se puede cambiar) y que si cambia, ya no es el mismo ente. El ser




humano está en cambio permanente y las condiciones históricas son determinantes

en esos cambios. Toda manifestación en la vida es cambiante.

De acuerdo con Diógenes Laercio (s. III a. C., tr. 1985): “…la filosofía es de dos

maneras: una procedente de la verdad, otra de la opinión. (p. 182). Esta apreciación

filosófica referida a Parménides, por Laercio; Julián Marías (ob. cit.), dice de ellas

que son dos vías: la verdad y la opinión, dos vías posibles, esta última, concretará

una tercera. Las dos primeras se refieren a las cosas en cuanto son (que es), y la

tercera la del (qué no es), la cual no es posible conocer ni expresar, pero que

justifica el ser que es. Las dos vías primeras son posibles gracias al Nous

(pensamiento), los dos mundos: el de la verdad y el de la apariencia (opinión o

doxa): el camino de la falsedad. Para Parménides las cosas consisten en esto o lo

otro porque antes consisten, consisten en ser consistente. De igual manera la

ontología examina la naturaleza de la realidad o cómo abordarla, la naturaleza de la

existencia humana, el estudio del Ser.

Parménides, dice Laercio (s. V a. C., tr. 1985), fue el fundador de la Escuela de

Elea, de concepción filosófica monística de la realidad, que de acuerdo con esta

idea, el mundo sensible está constituido por una sustancia y un ser básico, no

creado e indestructible, cuya ideal va a tener una influencia capital posteriormente

en Platón, a tal punto que le dedicó un diálogo (Parménides o de las ideas, 368 a. C.

tr. 1871). Cabe destacar en este espacio, según Diógenes Laercio, (ob. cit.): “Fue

Platón el primero que introdujo el escribir en diálogo…” (p. 184). En dicho diálogo

(Parménides), Platón se refiere al nous que solo “lo que es” puede ser pensado; al

contrario “lo que no es”, que no puede serlo. Formula en esta obra su teoría de las

ideas, y que las cosas participan de las cosas y toman de ellas su nombre. Sobre

las ideas, dice Laercio (ob. cit.): “… la idea usa de las palabras, especie, género,

paradigma, principio y causa…. la idea de un espíritu esparcido por todas partes”

(pp. 203, 205).

Como ha dicho Julián Marías (1980), la ontología fue el gran hallazgo de

Parménides, obliga a la filosofía a ponerse en movimiento en forma de Metafísica,

cuyos planteamientos están presentes hasta hoy, dentro el que destaca la antinomia

(condición entre dos principios racionales del ser y no ser ligada a la unidad,

pluralidad y al momento; como por ejemplo: lo blanco; lo negro, lo caliente; lo frío).

Más tarde como su continuador inmediato, como es considerado por los

historiadores de la filosofía, el filósofo Heráclito, El Oscuro (s. VI-V a. C.), dice el ser




y el no ser se constituye en proceso dialéctico, de variación y movimiento de las

cosas, por ello todo fluye, la realidad es cambiante y mudable, todo se transforma.

El hombre está sujeto al devenir (lo impermanente, lo transitorio). De modo que la

educación está sujeta también a estas cuestiones aquí tratadas. Sobre estas

cuestiones estudiadas aquí sobre Heráclito, Diógenes Laercio ((s. III a. C., tr. 1985),

dice:

Todas las cosas se hacen según… la conversión de los contrarios se ordena y

adaptan los entes… Que todas las cosas se hacen por contrariedad… guerra y

lucha, concordia y paz… el círculo del sol hace el día, y cuando obtiene la parte

contraria hace la noche… (pp. 174-175).

Estos principios van a tener una influencia en lo que en la filosofía se denomina

dialéctica desde Xenón pasando por Platón, Kant, Hegel y Marx, claro está con

variaciones y nuevas argumentaciones, pero en lo esencial: principio de la

contradicción (polos que son opuestos, y al mismo tiempo, correlativos); la aporía o

aporima (razonamientos en los cuales surgen contradicciones o paradojas

irresolubles, como por ejemplo, la Paradoja del Barbero de Bertrand Russell). Estos

planteamientos son válidos en todos los ámbitos de la vida humana.

Asimismo, desde el punto de vista ontológico, surge la idea del fluir eterno de las

cosas y el supuesto de una verdad permite parecer contradecirse, sin embargo, el

fluir es acertado en el plano del mundo material, pues el ideal, la idea (eidos en

griego: forma, apariencia) es eterna, el eterno fluir, esencia que solo es captada por

el pensamiento, sobre ella descansa el mundo del verdadero ser, que Platón

denomina ideas (Jaeger, 2001b). Asimismo postula que “es imposible que lo

desemejante sea semejante y lo semejante desemejante”. (Platón, ob. cit., p. 163).

Siguiendo este razonamiento platónico no puede haber mentira en la verdad y la

verdad ser mentira. Cada proposición va a tener otra que se le oponga: la luz, la

oscuridad; el mal, el bien.

Siguiendo este planteamiento, Platón (circa 369-362, tr. s.f.), el diálogo Teeteto o

de la ciencia, expresa, referido a lo anterior (dialogo: Parménides o de las ideas), si

a una cosa, “Si se le supone enteramente diferente es imposible que tenga nada de

común con otra, ni por la propiedad ni por ninguna otra cosa”. (p. 25). Asimismo, el

autor dice: “Es fácil, Teodoro, matemático, un interlocutor del dialogo Teeteto o de la

ciencia (cursivas añadidas por el investigador) demostrar, con otras muchas

pruebas que todas las opiniones de un hombre no son verdaderas”. (p. 54).




Continúa Platón (ob. cit.), por ello: “La ciencia no radica en las sensaciones, sino

en el razonamiento sobre las sensaciones, puesto que, según parece, solo por el

razonamiento se puede descubrir la ciencia y la verdad, y es imposible conseguirlo

por otro rumbo” (p. 64). Existen además dos juicios, uno verdadero y otro falso; la

ciencia es juicio verdadero. “En este sentido, el juicio verdadero irá siempre

acompañado de explicación en todos aquellos que piensan con exactitud sobre

cualquier objeto, y jamás se dará el juicio verdadero sin la ciencia. (Ibídem, p. 94).

Es importante destacar que Platón, de acuerdo con Laercio (ob. cit.) fue el creador

del método inductivo, y lo dice en estos términos: “La inducción de consecuencia es

de dos maneras: una expone parcialmente lo que parcialmente se pregunte; la otra

establece lo universal por medio de lo parcial o particular. La primera es de los

retóricos, la segunda de los dialécticos” (p. 199). Vale recordar, siguiendo a Laercio:

“Los maestros, los médicos y los que enseñan alguna cosa útil, benefician con las

ciencias” (p. 217). Por ello, se requiere de los fundamentos ontológicos de la

educación porque nos permite saber sobre el hombre: lo que es y lo que deberá ser,

como al proyecto de realización, su visión de la realidad histórica en permanente

diálogo.

El tema de la ontología, además de haber sido tratado por Parménides, Heráclito y

Platón, va ser estudiado por Aristóteles (s. IV a. C. tr. 2003) en su libro: Filosofía

Primera (Metafísica), que a diferencia de su maestro, Platón, los principios de la

realidad no están en el mundo inteligible (mundo de las ideas), sino en el mundo

sensible, el cual tiene cuatro causas fundamentales que lo constituyen: materia

(huesos, músculos), forma (lo concreto que determina la realidad individual), causa

eficiente (lo que justifica que las personas estén aquí) y causa formal (nuestra

finalidad).

Este sentido, Aristóteles sobre el ser humano dice lo siguiente: “Ciertamente, el

resto (de los animales) viven gracias a las imágenes y a los recuerdos sin

participación apenas de la experiencia, mientras que el género humano (vive),

además, gracias al arte y a los razonamientos” (p. 70). Aclaro en este punto que

arte, en griego téchne [saber especializado basado en conocimiento, sinónimo de

episteme (ciencia)], que de acuerdo con Aristóteles puede enseñarse, nos da una

señal que distingue del que sabe frente al que no sabe, por ello, el arte es más

ciencia que experiencia, señala. Para Aristóteles, “…la sabiduría es ciencia acerca

de ciertos principios y cosas” (Aristóteles, s. III a.C., tr. 2003, p. 74).




Sobre la filosofía de Aristóteles, Laercio (s. III a. C., tr. 1985), dice:

…la Filosofía es de dos especies: una práctica, otra teorética. A la práctica

pertenecen la moral y la política, en las cuales se trata del gobierno público y del

privado; a la teorética pertenecen la física y la lógica; y esta última no es parte

de la filosofía teórica, sino un exacto instrumento para ella, y la ilustra con sus

dos objetos o blancos probable y verdadero, usando de dos auxilios para cada

uno, esto es, para lo probable, de la dialéctica y de la retórica, y para lo

verdadero, de la analítica y de la filosofía… (pp. 279-280).

Lo arriba expresado por Laercio (ob. cit.) referida a la filosofía teorética van a

sentar las bases del razonamiento lógico (lógica occidental) como medio de

demostración para determinar la verdad o falsead de los argumentos y de este

modo determinar qué es ciencia y qué no lo es. Según Laercio (ob. cit.):

“Aristóteles dice que Zenón fue el inventor de la dialéctica, como Empédocles de la

retórica” (p. 186). Cabe señalar aquí que Aristóteles fue el creador de la lógica

deductiva o silogismo aristotélico.

Sobre Aristóteles, ha dicho Julián Marías (1980), que es la figura más

representativa de la filosofía griega, y quizá de toda la filosofía. Ha sido vanguardia

en muchos problemas metafísicos, y de muchos de los más profundos conceptos

que el intelecto humano emplea hoy. Creador de la lógica como disciplina para las

ciencias…. “donde ha puesto la mano ha dejado la huella única de su genialidad…

ha gravitado de modo incalculable en toda la filosofía… (Julián Marías, 1980, p.

57). Para concluir este punto, es oportuno recordar que la educación requiere de la

ontología para ahondar en el Ser, en la naturaleza humana, por lo tanto, se habla

de Ontología de Educación, porque su interés, es el estudio del ser humano, en

cuanto es en su devenir histórico.

El conocimiento y la educación como necesidad humana

En la Atenas de Pericles (s. V a. C.), dice Jaeger (2001b):

Surgía la idea de hacer de la educación el punto de Arquímedes en que era

necesario apoyarse para mover el mundo político…. En la literatura del siglo IV

encontramos todos los matices de la realización de esta idea…. un nuevo y más

alto ideal de formación humana y de conexión entre el individuo y la colectividad.

Pero la misma idea abrió paso plenamente a través de la filosofía… (pp. 14-15).

Era un siglo del despertar a un ideal consciente de educación y de cultura, fue tan

vital el ideal de educación (Paideia), que el poeta griego Menandro dijo: "Hay un

bien que nadie puede arrebatarle al hombre, γ es la paideia…. La paideia es un

puerto de refugio de toda la humanidad" (Jaeger, ob. cit., p. 5). En este escenario




aparece Sócrates, una figura inolvidable de la historia, y de la historia de la filosofía

que va a resonar en la Atenas de aquellos tiempos, y hasta nuestros días,

moralizó, escolarizó e intelectualizó la concepción trágica del mundo de la antigua

Grecia, fue la fuente más importante de su poder espiritual: su palabra (nunca

escribió), enseñanzas en forma de preguntas y respuestas fue su gran aporte a la

investigación filosófica de la verdad y a la educación. El despertar de un ideal

consciente de la educación del hombre de acuerdo con verdaderos valores

humanos en su ser auténtico.

Su discípulo Platón fundamenta su modelo educativo en la educación del cuerpo y

el alma, lo volitivo y lo intelectivo, el ánima y la mente del individuo. De igual

manera, el discípulo de Éste, proponía una visión de la vida, mediante una

educación constante que motive el deseo de saber. Para los griegos de aquellos

días, la Paideia buscaba que los ciudadanos atenienses alcanzaran un equilibrio

entre la formación intelectual y espiritual. Una propuesta que venía de Isócrates,

orador y pedagogo griego creador de la (paideia): educar, formar, transmitir valores

(saber ser), inherente a la sociedad (saber hacer). (Jaeger, 2001b).

La filosofía, a partir de Sócrates, Platón y Aristóteles le va a dar un impulso

importante a la educación; al igual que Isócrates, quien pone de relieve, es el papel

de la palabra paideia como eje transformador tanto de los atenienses como de su

régimen político. Por ello, Dice Aristóteles:

… los hombres —ahora y desde el principio— comenzaron a filosofar al

quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo

que comúnmente causa extrañeza y después, al progresar poco a poco,

sintiéndose perplejos ante cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las

peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante el origen de todo…

reconoce que uno sabe… Así, pues, si filosofar por huir de la ignorancia, es

obvio que persiguen el saber por afán de conocimiento… (pp. 76-77).

En ese entonces, la filosofía se centraba en el estudio de la naturaleza (Physis,

en griego), pero como arriba indiqué, con Parménides, la filosofía comienza a ser

Ontología (estudio del ser en general), sin embargo, Jaeger (2001a), referente a

la filosofía griega de sus comienzos, dice: “El concepto de naturaleza, que

elaboraron por primera vez, tiene indudablemente su origen en su constitución

espiritual”. (p. 15). Continúa Jaeger (ob. cit.), fue la manifestación humana más

importante creada, más maravillosa del espíritu griego antiguo, el más elocuente

testimonio de su grandeza, de su estructura única: la filosofía, la cual, la teoría de




la filosofía se halla profundamente ligada con su arte y su poesía. De igual

manera de su modelo educativo.

Todo pueblo que alcanza cierto grado de progreso se encuentra obviamente

inclinado a llevar a cabo su educación, como principio a través de la cual la

comunidad humana mantiene y transmite sus valores físicos y espirituales. Vale

recordar algo que a menudo se olvida, que con el cambio de las cosas cambian

los individuos, por ello la educación participa en la vida y el mejoramiento de la

sociedad, así en su destino exterior como en su estructuración interna. Por ello,

cuando alcanza plena conciencia de sí misma, llega por el sendero del espíritu al

descubrimiento de leyes y normas objetivas cuyo saber le añade al pensamiento

y a la acción una seguridad antes desconocida. Es el misterio y la maravilla de lo

originario que rodea la primigenia creación de alicientes y de estímulos

eternamente renovados (Jaeger, 2001a).

Lo arriba señalado se debe a un atributo humano que lo diferencia de otras

especies en la Tierra: la razón (logos: justificación, expresión) que para la cultura

griega fue uno de sus grandes descubrimientos la cual le permitió el intercambio

entre los hombres transformando a la argumentación, la discusión y el diálogo en

uno de los pilares fundamentales para el desarrollo intelectual, la búsqueda del

conocimiento y el asentamiento de las relaciones políticas en la Polis griega.

De acuerdo con Herreros (2014), en su trabajo: El concepto de razón en la

filosofía de Julián Marías, seguidor de la razón vital de Ortega y Gasset, quien

consideraba la razón como el instrumento con el que se propuso superar la

subjetividad europea y el realismo ingenuo, (realismo natural, realismo directo se

enmarca dentro de la filosofía de la percepción y de la mente humana que postula

que los sentidos posibilita al hombre una conciencia directa del mundo exterior),

de tal modo, para Julián Marías a través de la lógica, la razón vital es de carácter

dramático e histórico, un modo de acceso a la realidad, la cual incluye tanto

perspectivas personales como generacionales y fusiones de ambas. Es

considerada, incluso, desde el tiempo de los griegos, y muy particularmente en

Aristóteles como un método de adquisición de conocimiento, de la verdad para

resolver una serie de cuestiones de la existencia humana, la moral como

justificación racional, una apertura al ámbito de significación trascendente para la

vida humana.




Cabe recordar, de acuerdo a lo arriba indicado, para Aristóteles, el logos se refiere

a la razón, lo que es lógico, el mensaje veraz que se entiende y conviene, y que los

razonamientos lógicos (deductivo e inductivo) sean eficientes. Esta temática fue

abordada de manera amplia en el libro II de la Ética a Nicómaco, en estos términos:

Es un principio comúnmente admitido, que es preciso obrar conforme a la recta

razón. Aceptemos también este principio, reservándonos explicar más tarde lo

que la recta razón, cual es la relación que queda con las demás virtudes. (p.37).

Con respecto a la verdad, el hombre que guarda en esta relación el medio, se

llama hombre veraz o verídico y el mismo se llama veracidad. La ficción, que

altera la verdad, se llamará, si exagera las cosas, fanfarronería, y el que tenga

este defecto será un fanfarrón (p. 47).

La experiencia humana del asombro frente a las cosas ,fue lo que motorizó la

filosofía según Aristóteles, a la búsqueda de la verdad, de la belleza, de lo divino;

no obstante, uno de los fines de la educación es la sabiduría, desarrollar las

habilidades y saberes humanos que nuestros pensamientos nos permite estar

abierto a la belleza y a los sentimientos humanitarios trascendentes que es un

concepto filosófico que hace referencia a lo que está más allá de la visión

concreta que es aplicable a todos los ámbitos de la vida. Por ello, educar para la

trascendencia se enfoca en brindar oportunidades de aprendizaje para trascender

la propia vida, a valorar al otro, al bien común, y a adaptarnos a los cambios de

manera intuitiva y con normalidad.

Pensamiento e historicidad

Creo que Descartes pudo haber dicho “porque existo es que tengo la capacidad

de pensar”. El pensamiento es un producto de ese despertar de la conciencia, que

al propio tiempo es historia. No puede existir la historia al margen de lo humano, el

pensamiento hace posible la historia, sus actos además son producto de su devenir

que se constituye en un proceso histórico, que va desde el ser al deber ser, que

esto último va de la mano de la educación, cuyo el objetivo general es formar la

personalidad ideal (deber ser) basada en la vitalidad, la sensibilidad, el esfuerzo, la

sabiduría y la inteligencia. Facultades muy humana y posible. La educación es

trascendencia. Ya había advertido Nietzsche (1933), en Así habló Zaratrusta:

Yo predico al superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. Vosotros,

¿qué habéis hecho para superarle? Todos los seres, hasta hoy, han producido

algo superior a ellos: ¡y vosotros queréis-ser el reflujo de esta marea, prefiriendo

volver a la animalidad a vencer al hombre!... ¿Qué es el mono para el hombre?

Un motivo de risa o una dolorosa vergüenza. Pues eso mismo debe ser el




hombre para el superhombre: un motivo de risa o de vergüenza afrentosa.

Habéis recorrido el camino que va desde el gusano al hombre, pero todavía hay

de vosotros mucho de gusano. (p. 13).

Cuando pensamos hoy en las guerras fratricidas, el terrorismo, la pobreza, otras

tantas calamidades en el mundo global actual y sus grandes adelantos, que en

muchos casos, han causado problemas, no podemos menos que recordar estas

palabras de Nietzsche, referidas al hombre: “Son despreciadores de la tierra,

moribundos y envenenados, para quienes la tierra es fatigosa: ¡por eso quieren:

dejarla!” (Ibídem). El ideal de lo trascendente está a un lado del camino espiritual, ha

sido reemplazado por lo utópico, lo distópico, no hay un sendero definido hacia la

grandeza, andamos en la oscuridad cegados por lo irreal, lo real es un desierto

construido por los ladrillo de los apetitos rudimentarios de lo banal, lo fugaz,

eternamente imperecedero, ha dicho Zizek (2005).

Vivimos en los tiempos sin tiempo, éste es hermano del show puesto en escena,

una estampa, donde lo prioritario no es la realidad, sino la hiperrrealidad, la fantasía

es nuestro norte. Es oportuno en este espacio citar a Nietzsche (1933): “Las almas

frías, los nulos, los ciegos, los hombres ebrios no tienen lo que yo llamo corazón.

Sólo tiene corazón el que conoce el miedo, pero que domina el miedo; el que ve el

abismo, pero con ‘altivez’” (p. 228). De esta casta de hombre, de guías, está

huérfana la humanidad hoy.

¿Qué ha pasado entonces con el pensamiento y la historicidad humana? Iglesias

(2018), escribió un artículo titulado: Historicismo: el ser humano en el proceso de la

historia, en el que otra cosa refiere que el historicismo indica formación del individuo

en sentido histórico, sustentado en que la naturaleza humana y actuaciones están

vinculadas a su devenir en la historia (un proceso histórico continuo que no se

detiene). El historicismo abarca distintas posturas de pensamiento que coinciden en

la importancia del papel desarrollado por el hombre en la historia, incluso, algunos

filósofos se atreven a señalar al hombre como de naturaleza histórica. Esta corriente

involucra todo lo relacionado en los ámbitos: ideológico, instituciones políticas y

científicas referidas al hombre; y debe entenderse a partir de la historia (Iglesias,

2018).

Desde los planteamientos de Dilthey y de Hegel, la actuación del hombre está

enmarcada dentro de la historia; asimismo Crose toma de Hegel y de Marx

elementos para asignarle como ser protagonista de la historia de la libertad.




Collingwood considera la historicidad como reducto que simplifica la ciencia y la

filosofía a la historia. Heidegger hace consideraciones a la historia y al tiempo (ser

temporal); Ortega y Gasset dice que el hombre no tiene naturaleza sino historia. El

historicismo ha hecho una contribución fundamental en la revisión crítica de la

historia dominadas por la política, la sociología y la antropología, claro está, desde

el relativismo histórico y epistemológico. Por ejemplo Popper, filósofo de la ciencia la

entiende como una formulación de “leyes” históricas determinantes en los

acontecimientos políticos y sociales rechazando las creencias de un destino

histórico, que para él es superstición, pues, la historia humana no se puede predecir

por métodos científicos (Iglesias, 2018).

Ahora bien, según Heidegger (1994), al intentar aprender admitimos que somos

capaces de pensar, porque el hombre es ser viviente racional porque tiene ratio

(razón), piensa, y piensa cuando quiere. La memoria está unida al pensar, por ello,

para poder llegar a pensar se tiene que hacer el esfuerzo de aprender a pensar. Los

filósofos son pensadores, lo que es un modo preferente en la filosofía. El pensar

recibe su esencia como percibir a parte del ser del ente, es decir, la presencia de lo

presente. La característica más importante del pensar ha sido representar. El cuerpo

del pensar, del logos se llama lógica, propio del ser. Ser, indica estar presente, su

rasgo fundamental, y que además es un carácter del tiempo. El presente como

esencia del tiempo se pertenece, el uno al otro. Cuando representan objetos

(objetualidad), estamos pensando. El futuro básico del ser, del ente no está

pensado, queda reservado. No es digno de ser pensado todavía (Heidegger, 1994).

Por otra parte, dice Heidegger (1951), la exhortación sobre la esencia de las cosas

nos viene del lenguaje, es lo supremo. Existe una relación entre el hombre y el

espacio (habitar para Heidegger). Para los griegos, tékne (técnica) implicaba

aparecer, algo producido, como una cosa presente en lo ya está presente. La

esencia de construir es dejar habitar, para ello requerimos del espacio y del tiempo,

para que suceda hay que habitar, estar aquí, de tal manera se convierte en una

dimensión superior. El hombre habita en el mundo.

El Ser, de acuerdo con Heidegger (1927/1953), es el concepto más universal y el

más oscuro al mismo tiempo, es indefinible; por ello es de suprema universalidad. El

tiempo es el horizonte de toda comprensión del ser y de toda su manera de

interpretarlo, todo esto enmarcado desde el punto de vista filosófico en la ontología.

El preguntar por el sentido del ser, la investigación filosófica se encuentra frente a




una de las cuestiones más fundamentales de abordar por el hombre. De esta

manera, Heidegger (ob. cit.), señala que para tratar estas cuestiones se debe

emplear la fenomenología, que naturalmente, no es un “punto de vista” ni una

“corriente” filosófica, sino que en primer lugar significa concepción metodológica;

que no es más: a las cosas mismas, ciencia de los fenómenos. El fenómeno es la

manifestación de algo que está frente a nuestro horizonte.

El logo (razón, juicio, concepto, definición, fundamento, relación), para Heidegger

(ob. cit.) significa hacer revelar aquello de lo que se habla en el decir (hacer ver) lo

cual tiene carácter de un hablar, de una comunicación con palabras en la que se

deja ver algo, en su estar junto con algo, hacer ver en cuanto algo, lo cual puede

ser verdadero o falso. Finalizo con esto: el Ser y Ahí (Dasein), término acuñado por

Martin Heidegger para explicar el significado de la existencia (ser-ahí), que más bien

sería estar haciendo algo ahí, que además indica el modo de ser propio del ser

humano. Por ello, al habitar (en la Tierra) se convierte en una dimensión superior. Al

igual que educarse y educar.

Palabras finales

Posiblemente, el descubrimiento más importante de los filósofos presocráticos fue

la ontología, la cual permitió el estudio de la existencia humana (Ser) y su

propósito, el pensamiento (nous), la lógica inductiva y deductiva, el razonamiento

correcto, diferenciar la doxa de la episteme, una contribución importante para

encaminar la ciencia, la filosofía, el conocimiento y la educación, pilares

fundamentales de toda civilización, siempre que se utilice con fines altruista y el

crecimiento espiritual del hombre. Desde que Parménides de Elea, fundador de la

Escuela de Elea de filosofía acuño el término ente justifico la dualidad humana y su

contante devenir en el tiempo.

Referencias

Aristóteles. (s. IV a. C./1873/2016). Ética a Nicómaco. (1a. ed. P. de Azcárate,

Trad.). San José de Costa Rica: Editorial Digital/Imprenta Nacional

https://www.imprentanacional.go.cr/editorialdigital/libros/literatura%20universal/etic

a_a_nicomaco_edincr.pdf.

———————. (s. IV a. C., tr. 2003). Metafísica. (T. Calvo Martínez, Trad.). Madrid:

Editoria Gredos.

https://apiperiodico.jalisco.gob.mx/api/sites/periodicooficial.jalisco.gob.mx/files/met

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Heidegger, M. (1927/1953). Ser y tiempo. (Sein und Zeit). Biblioteca Digital Minerd-

Dominicana Lee. https://ministeriodeeducacion.gob.do/docs/biblioteca-

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Nota. El presente trabajo fue escrito para el curso Filosofía de la Educación del

cual soy Facilitador, en el Programa de Formación Avanzada, Maestría en

Ciencias de la Educación, Núcleo Los Teques, I Período Académico 2024.




1. Anónimo

Máscaras para películas (s.f.)

Fotografía a color

10x15 cm.

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela





2. J. R. Eyerman

Espectadores de Películas (1952)

Fotografía en blanco y negro (Postal)

Time INC, New York


Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela



¿Por qué Educar a Hombre?

Texto: Dr. Manuel Bas

Edición: Dr. Manuel Bas

Poster online Eduardo Palmera

Caracas, D. C., Venezuela, mayo de 2024

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