REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y
POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Curso: Historia Regional y Local
Profesora:
Dra. Elina Lovera Reyes
Participante: Manuel Bas. CI. 8203033
Caracas, 14 de noviembre de 2016
MICROHISTORIA MEXICANA DE LUÍS
GONZÁLEZ, MICROHISTORIA ITALIANA DE
CARLOS MARTÍNEZ ASSAD E HISTORIA REGIONAL DE CARLOS MARTÍNEZ ROJAS, TRES
MANERAS DE HACER HISTORIA
(Resumen)
Introducción
Este resumen refiere el diálogo entre Conrado López Hernández
(Moderador) con los historiadores Luís González representante de la
Microhistoria Mexicana, Carlos Martínez Assad exponente de la Microhistoria
Italiana y Carlos Aguirre Rojas expositor de la Historia Regional. Se sabe que el
debate de la Microhistoria e Historia Regional en el campo de la historiografía
contemporánea se caracteriza por tener diversas posturas. Sin embargo es
referencia obligada, al menos en México, la clásica Microhistoria de San José
de Luís González, del Colegio de Michoacán con su línea de investigación sobre
estudios regionales, así como también los planteamientos de Rojas, y Assad.
Una de las premisas en estos tiempos, en esta Institución, es la
revisión de conceptos, prácticas, métodos, fuentes para el desarrollo macro y
micro de los fenómenos sociales e históricos; no sin atender además, la exploración
de perspectivas y estructuras temporales y espaciales nuevas para ahondar más en
esta temática. En este contexto, Conrado López Hernández, elaboró un
cuestionario con base a cuatro (4) preguntas dirigida a los tres (3) connotados
historiadores arriba mencionados, vinculadas a la problemática referida a la
Microhistoria Mexicana, Microhistoria Italiana e Historia Regional que se
presenta en líneas siguientes.
Definición de
Microhistoria
Para Carlos Aguirre Rojas en
relación a la microhistoria, apunta que hay que aclarar diferentes puntos de
contacto entre estas tres visiones (Microhistoria Mexicana, Microhistoria
Italiana e Historia Regional) que son, con independencia, distintas maneras de
hacer historiografía. Para este autor, la Microhistoria Mexicana de Luís
González y la Microhistoria Italiana que arranca de los años setenta en
adelante son modelos históricos muy diferenciados entre sí, son, no obstante,
antípodas uno del otro. La Historia Regional, por ejemplo, es un campo de
estudio que difiere de estas dos. La Microhistoria Italiana tiene como objetivo
no estudiar las pequeñas cosas, ni las pequeñas anécdotas, ni los pequeños
procesos; no estudia obras de arte, ni biografías de personalidades; el error
más frecuente es tratar de identificar a la Microhistoria Italiana con la Historia
Local, que naturalmente no son equivalentes. El nivel micro no es su objeto de
estudio, sino que parte de una hipótesis macrohistórica y de problemas
macrohistóricos, para luego descender a ese nivel “micro”, empleado como
espacio de experimentación histórica, para someter a prueba las hipótesis
macrohistóricas, que es lo que le interesa a la Macrohistoria Italiana.
En cambio la Macrohistoria Mexicana es una versión tradicional de la
Historia Local; la Microhistoria Italiana es una compleja lectura de la
construcción y explicación macrohistóricas que se emplea a nivel micro como
experimentación. Por su parte la Historia Regional tiene como objetivo el
estudio de la región, dar cuente explicativa de ese territorio, que,
naturalmente tiene más dimensión que la
localidad, por tanto a la Historia Local; lo cual hace diferir de la
Microhistoria Mexicana o Historia Local. A ello hay que acotar lo complejo de
definir lo que es región. La mexicana, la italiana y la regional son tres
proyectos distintos: la Historia Regional (Carlos Aguirre Rojas) su objetivo es
dar cuenta sobre la región; la Microhistoria Mexicana (Luís González) tiene por
objeto es estudio a nivel local; la Microhistoria Italiana (Carlos Martínez
Assad) tiene como meta construir
complejos modelos macrohistóricos empleando un trabajo específico en el nivel
micro.
Para Luís González la
Microhistoria se refiere a la vida cotidiana de la gente de un ser en su propio
medio, para hablar del hombre común y corriente. No emplea la Microhistoria
para hablar de la Historia Local, sino para buscar ciertos fondos del ser
humano que no aparecen en la Historia Nacional, mucho menos en la Filosofía de
la Historia de que se ocupan los filósofos de la historia a quienes les
interesan los cambios acontecidos por la humanidad a lo largo del tiempo, en la
que se emplean pocas fuentes de conocimiento histórico; pero sí las ideas sobre
el hombre en general, la que divide al mundo en algunos cientos de
Naciones-Estados, que se designa con el nombre de Historia, que, no obstante,
es la historia que va a hechos concretos aunque después se obtengan
conclusiones generales que involucren a la humanidad y a todo el Universo.
Por su parte para Carlos Martínez
Assad el significado de la Microhistoria e Historia Regional lo plantea
como un problema de enfoque, y planteamientos muy diferenciados. Este autor
refiere la obra de Luís González: “Historia Universal de San José de Gracia” en
la que con severa crítica afirma que cualquier localidad, cualquier pueblo está
en la historia por muchas razones y no solo
por sus batallas y héroes patrios; sino porque todo lo que ocurre en
diferentes lugares es parte de la historia. La Historia Regional para Martínez
Assad es una perspectiva de análisis que se sitúa en un país, en una nación,
que se construye y se reconstruye así misma todos los días.
Rasgos
Metodológicos
En relación a los rasgos
metodológicos sobresalientes de la Microhistoria Italiana, para Carlos Aguirre Rojas son tres paradigmas: el paradigma del cambio de
la escala de análisis en el cual se desarrolla la observación histórica, el
paradigma de análisis exhaustivo e intensivo
del universo microhistórico, y el paradigma indiciario. De esta forma se
puede articular de manera compleja la Macrohistoria con los distintos niveles
menores microhistóricos, en este caso,
el objetivo no es dar cuenta de la realidad específica, sino construir modelos
macrohistóricos. Para Luís González la
microhistoria en su perspectiva
metodológica se sustenta en recurrir
a la historia oral, a los recuerdos de las gentes, a archivos municipales y
parroquiales, que fue la manera como este investigador desarrolló su obra:
“Historia Universal de San José de Gracia”. Para Carlos Martínez Assad los rasgos
metodológicos más importantes de la Historia Regional es que permite
acercarse de otra manera, y con una forma de trabajo que rescata diversidades
de acontecimientos, personalidades que no habían sido reconocidas y tomadas en
cuenta por la historia oficial, como fue el caso de Tomás Garrido Canabal,
quien no aparecía en la Historia de México.
Tendencia
Global en América Latina y México
En relación si la Microhistoria
Italiana es una tendencia global de
la historia de la historiografía
(historia de la historia), Carlos
Martínez Rojas considera que es una
rama poco frecuentada y escasísima desarrollada, y sí se hace, es de manera muy
empírica y limitada, hay pocos historiadores de la historia en México como es
el caso de Severo Mirón. La historia de la historiografía en México consiste en
resumir el contenido de un libro, sin que muchos historiógrafos de la
historiografía sean nunca capaces de explicar el contexto en qué una obra
histórica es producida o cuáles son las
implicaciones intelectuales que les corresponden, cuáles son los debates
implícitos y explícitos en los que se insertan. Le falta además, desarrollo
teórico más serio y sistemático (horror a la historia). En esta idea, para Luís González no hay en México un
estudio sistemático de la historia. Por su parte, sobre este tópico, Carlos Martínez Assad argumenta que existe
un terror a la teoría, argumento este que coincide con los dos
historiadores antes nombrados, ha
existido escaso debate sobre la historia de la historia, existen además
dificultades para problematizar, para superar algunos planteamientos, y
discutir con libertad y aceptar echar abajo algunos mitos, algunas ideas que
impiden otras nuevas que se vayan imponiendo en el panorama cultural.
Balance de los
Trabajos de Microhistoria e Historia Regional en México
La Microhistoria Italiana, haciendo
un balance de la influencia ejercida
en América Latina y México y su perspectiva futura en la historiografía contemporánea, Carlos
Aguirre Rojas considera que hay una difusión bastante desigual, en ella
existen dos subramas: la primera, abarca la historia económica, la historia
social y la historia demográfica, una variante de la (Microhistoria Italiana)
que está asociada a dos personalidades: Edoardo Grendi y Giovanni Levi; la
segunda, segunda corriente o variante, se refiere a la historia cultural
asociada a Carlo Ginzburg que es la más difundida de estas dos corrientes, sus
obras se encuentran difundidas por todo el mundo, están traducidas en 20 idiomas y Ginzburg, es sin dudas, un
personaje mundialmente conocido, lo que viene a justificar su influencia en el
contexto historiográfico actual. Por su parte la obra de Edoardo Grendi
desafortunadamente, aunque muy críticos y sugestivos sus trabajos, están pocos
traducidos, algunos de ellos al inglés, y posiblemente alguno que otro
fragmento al español además de algunos artículos traducidos a dos ó tres
lenguas, por lo tanto su influencia es menor el en el campo de la
historiografía.
Para Luís González, haciendo
un balance de los trabajos de microhistoria y regional elaborados en
México, según este autor, tiene como meta conocer bien cada uno de los
municipios, aunque para algunos sea perder el tiempo hacerles historia a los
pueblos sin historia, por lo que para Él es importante saber qué dice ese
pueblo en relación a ese mundo global en que se vive. Por su parte Carlos Martínez Assad, considera que sí
se hace un balance de la producción de la historia regional y de
sus perspectivas a futuro, lo positivo sería que se conoce más al país por
este enfoque. En este sentido, este tipo de estudio se ha incrementado, sin
embargo hay que problematizar para diferenciar qué es Historia Regional y qué
son monografías de los Estados y Municipios, así como también los aportes de
muchos elementos para el estudio de la historia de México; y el conocimiento
del entorno y de la necesidad del empleo de la Geohistoria para entender los
movimientos que se van a albergar o a tener en ciertos lugares. Sin embargo,
para este autor, en la producción de la
historia regional mexicana no todos los trabajos están cruzados por matrices
que permitan definirla como historia regional, no obstante, Carlos Martínez
Assad, le ve un gran futuro a la Historia Regional mexicana.
Conclusiones
Está abierto el debate entre la Microhistoria Mexicana,
la Microhistoria Italiana y la Historia Regional por sus variadas posturas; no
sólo entre ellas sino también por las posturas reduccionista y dogmática de
cómo se ha concebido la historia tradicionalmente, una historia con vacíos, que
obvia acontecimientos por no tener realce “universal” según el criterio de
algunos historiadores. Esto ha obligado la revisión de conceptos, prácticas,
métodos, empleo de fuentes históricas cada vez más creciente y versátil, nuevas
perspectivas y maneras de enfocar los problemas históricos desde el punto de vista
de tiempo y espacio y en los niveles macro y micro.
Estas tres visiones de hacer historia son tres proyectos intelectuales
diferentes entre sí, pero necesario para el estudio de una realidad
crecientemente, dinámica y compleja a la que se enfrenta el historiador, que es
uno de los grandes retos hoy.
El objetivo de la Microhistoria Italiana es plantear hipótesis y
problemas macrohistórico, para luego descender a nivel micro como ejercicio
experimental y de comprobación o rechazo de la hipótesis de trabajo. Su
objetivo no es dar a conocer una realidad específica sino construir modelos
macrohistóricos, para realizar estudios más bien globales.
La Microhistoria Mexicana es una versión tradicional de la Historia Local;
por su parte la Historia Regional tiene por objeto de estudio la región, dar
cuenta explicativa de los problemas que enfrenta. El problema de primera mano
que enfrenta esta postura es que el concepto de región es polisémico, complejo.
Hay que advertir que no se debe entender a la Microhistoria Italiana como
sinónimo de historia local.
En relación a la perspectiva metodológica, la Microhistoria Mexicana recurre
al relato oral, a los recuerdos, a los archivos parroquiales y municipales, pone
al historiador en el terreno y de algún
modo hace visible lo que invisibiliza la historia General y la Universal, poniendo
de relieve a: personajes, acontecimientos que no aparecen en la historia
oficial. Hay que trascender el horror a teorizar, superar las dificultades para
problematizar, se hace necesario revisar algunos planteamientos, discutir con más
libertad nuevas ideas, echar abajo los viejos mitos, fábulas per se anacrónicos
en nuestro tiempo.
Haciendo un balance gracias a los trabajos de manera particular de los
tres autores aquí presentados, la Historia Regional y la Historia Local, al
menos en México, se conoce cada uno de los municipios de manera más completa,
lo que permite saber lo que dice el pueblo en relación al mundo global en que
habita. Se hace oportuno delimitar mejor los problemas históricos, penetrar aún
más en el estudio del crecimiento del entorno para conocer mejor los procesos
migratorios en ciertos lugares; y el empleo de la Geohistoria.
Una de las fortalezas hoy de la historiografía es el hecho de que se han
incrementado los estudios sobre Historia Local, Historia Regional y
Microhistoria Italiana lo que ha permitido plantear otras perspectivas
distintas a las tradicionales oxigenando los estudios históricos, y cambiando
la visión de lo que se entendía por historia mediados del siglo XX y hasta
recientemente, esto, desde luego, es un gran avance en el campo de la
historiografía. Hacer historia, es, naturalmente, abrir todas las posibilidades
que se tiene a la mano para conocer el pasado humano y ensayar nuevas formas de
teorizar con el empleo de nuevos métodos, recursos y las más variadas fuentes.
Referencias
Hernández López C. (Moderador). (2005). Mesa Redonda: Microhistoria
Mexicana, Microhistoria Italiana e Historia Regional. [Entrevista a Luís
González, Carlos Martínez Assad y Carlos Aguirre Rojas].Relaciones (Versión
Impresa). Invierno. Año/Vol. XXV. no. 101. (pp. 193-224. Centro de Estudios
Históricos, Colegio Michoacán: Zamora, México.
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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE
CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN
Y POSTGRADO
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CARIBE
Curso: Historia Regional y Local
Profesora: Dra. Elina Lovera
Participante: Manuel Bas
Caracas, 28 de noviembre 2016
DE LA CIUDAD COLONIAL A LA REGIÓN HISTÓRICA DE TARCILA BRICEÑO
(Resumen)
INTRODUCCIÓN
El propósito de este resumen es, extraer, en gruesas
líneas, los elementos más fundamentales, en criterio del autor, del artículo:
“De la Ciudad Colonial a la Región Histórica” de la Dra. Tarcila Briceño de
Bermúdez, publicado por el Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño
Iragorry” del Instituto Pedagógico de Caracas (I.P.C.) en la Revista Tiempo y
Espacio, Vol. XV, No. 29-30, para ser debatido en aula en el contexto del curso
Historia Regional y Local a cargo de la Dra. Elina Lovera del Doctorado en
Cultura y Arte para América Latina y el Caribe del I.P.C.
DE LOS PROCESOS HISTÓRICOS
Tradicionalmente los historiadores han estudiado los procesos históricos en un marco
temporal, pero pocas veces, en su análisis han considerado la relación
existente con el espacio geográfico, olvidando, que la Historia y la Geografía,
como las demás Ciencias Sociales se complementan. No obstante, la comprensión
del espacio en su sentido histórico es fundamental; así como también lo
condicionante que pudiera implicar el espacio geográfico como factor
condicionante de los acontecimientos históricos, un espacio por demás
cambiante, dinámico, que surge de la resultante de múltiples relaciones del
hombre con su medio y en unas condiciones históricas determinadas. Esto, de
entrada, lo advierte la autora estudiada, y lo comparte quien escribe estas
líneas.
EL EMPLEO DEL CONCEPTO DE REGIÓN
El concepto de Región
en su sentido técnico arranca, según Briceño de Bermúdez (1998) en el siglo
XIX y principios del XX con lo que se conoce como la escuela Vidaliana (Vidal
de La Blache su fundador). No se debe dejar de lado, señalar el aporte
fundamental sobre el concepto de región que aportó en 1908 Lucien Gallois con
su trabajo: “Régions Naturelles et Noms de Pays (Regiones Naturales y Nombres de
los Países, Trad. del investigador), quien considera que la verdadera región es
la natural, dentro de la cual identificaba la región económica, la región histórica
y la región administrativa, Claval (1974) citado por Briceño de Bermúdez
(1998). La región es, per se, una región concreta de extensión variable. Luego
de los cambios acontecidos después de la Segunda Guerra Mundial, en relación al
ordenamiento del espacio geográfico, comienzan a aparecer nuevas
conceptualizaciones y nuevos enfoques en materia de estudio regionales, que
son, no obstante, las exigencias de un nuevo orden mundial.
CONCEPTUALIZACIÓN DE REGIÓN
Para Pierre George, J. Tricart y Bernard Kayser citado
por Guevara (1977) en Bermúdez (ob. cit. p. 12) la región es “…un campo magnético, desde donde y hacia donde radian
las influencias en diferentes direcciones y a diferentes escalas” (Región Funcional). Pierre George y Bernard Kayser citado por
Briceño de Bermúdez (1998, ob. p. 12) introducen el concepto de “Región Activa” como un “…espacio
preciso, pero no inmutable inscrito en un marco natural dado, y que responde a
tres características esenciales: los vínculos existentes entre sus habitantes,
su organización en torno a un centro dotado de cierta autonomía; y su
integración funcional en una economía global”. Estos autores, consideran además
a la región como un espacio polarizado que se organiza en torno a la ciudad o
metrópoli.
La región funcional está asociada al
proceso de industrialización propio del mundo capitalista e implica autonomía
económica y autocrecimiento, concentración de capitales e inversiones. Para
Ramón Tovar “es un producto histórico avanzado de las economías mercantiles de
la civilización industrial de nuestro tiempo” (Bermúdez de Briceño, ob. cit.,
p. 14). Los historiadores cuando emplean como sinónimo la región histórica y
región funcional consideran la ciudad en su papel jerárquicamente
estructuradora, lo que a menudo se prestan a confusión ambos términos, siendo
de naturaleza diferente. La condición de ciudad, no estuvo en correspondencia
con la de categoría urbana, sino más bien con una connotación jurídica.
LA CIUDAD DEL SIGLO XVI
Las ciudades
fundadas en el siglo XVI coinciden con la actual delimitación de entidades
federales, en criterio de González (1998) citado por Briceño de Bermúdez (ob.
cit.), en ella conviven vivencias, costumbres, problemas y soluciones,
intereses, que con el correr del tiempo pasan a ser parte de la memoria
colectiva de la comunidad. La ciudad colonial como sede del poder municipal,
sirvió no sólo para incubar un sentimiento de pertenencia, sino que permitió, a
sus vecinos el ejercicio de ciertos derechos que los condujeron al ejercicio de
la autonomía local, y a emanciparse de la Corona de España. De algún modo,
contribuyó, la figura de ciudad, que según Uslar Pietri, Vallenilla Lanz,
Briceño Iragorry, a la identificación de la región con el poder municipal,
además de su importancia y trascendencia en nuestra identidad nacional.
UNA MIRADA A LA CIUDAD DEL SIGLO XIX
En el siglo
XIX, la ciudad continúa el proceso de conformación de las identidades
regionales, paralelamente al desarrollo del proyecto de Nación, lo que pone
visible la vida política nacional y regional. Para Guillermo Morón (1953)
citado por Briceño de Bermúdez (ob. cit.) la ciudad colonial es la base de
nuestra soberanía, simiente de la República, para ésta, fue el gobierno como en
los tiempos clásicos. Para Francois Xavier Guerra en su obra “Modernidad e
Independencia” la ciudad colonial jugó un papel de trascendencia en la unidad
territorial de América Hispana: los reinos y las ciudades; los primeros, se
corresponden contrarios a los reinos peninsulares, como entidades no muy bien
configuradas como se puede observar en los cambios administrativos ocurridos a
lo largo del siglo XVIII, y la creación de nuevos virreinatos, fundamentado en
la construcción de una identidad relacionada con el imaginario religioso, como
a los cultos a la imagen de la Virgen de Guadalupe en la Nueva España y la de
Santa Rosa de Lima en el Perú, responsable de algún modo del proceso de
conformación de parte de nuestra identidad.
EN OTRAS PARTES DE AMÉRICA HISPANA
En otras
partes de América española, aunque se encuentra elementos propios de los
reinos, son circunscripciones administrativas del Estado, superpuestas a una
serie de unidades sociales de un ámbito territorial, estas unidades son las
formadas por el territorio de una ciudad principal; capital de una región con
sus villas y pueblos, aunque no es posible generalizar por lo complejo de estos
procesos formativos sobre todo en la conformación de espacios bajo la tutela de
una ciudad. Por ello, para poder darle una explicación coherente a estos
espacios como categorías sociales habría que considerar todo el proceso histórico
que penetró el desarrollo de vínculos, intereses y representaciones para
construir, a lo largo del tiempo nuestra compleja identidad cultural, no sin
olvidar lo que apunta Guerra (1998) (ob. cit.) que la ciudad con su territorio
y las ciudades dependientes como unidad política de base de toda América
Hispana se fundamentó en un complejo proceso conflictivo que se agravó en el
período de la independencia.
Mirando en retrospectiva el siglo XIX se
puede observar que prosigue el proceso de conformación de identidades
regionales en simultáneo con el desarrollo de Nación; también en proceso de
formación, lo que deja claro la situación de la vida nacional y regional, que
se hace visible con los cambios frecuentes en las demarcaciones
político-administrativo a lo largo de todo el siglo. Muchas de ellas son
anexiones arbitrarias que dieron origen
a permanentes rechazos por parte de los vecinos, en este contexto, cabe
recordar lo ocurrido en 1881 en Los Andes de Táchira y Trujillo, y al sur del
país, en Ciudad Bolívar, que implicaba la unión de Guayana con Apure, que dio
también origen a fuertes conflictos, en la que subyace el viejo sentimiento autonómico que por siglos albergó la convivencia
de la vida civil.
CONCLUSIONES
La tradición de historiadores ha estudiado el hecho
histórico sólo en el marco temporal dejando de lado el estudio del espacio
geográfico, que se puede abordar desde una visión geohistórica, de manera
complementaria. El concepto de región es polisémico, y arrastra toda una
tradición histórica que arranca del período colonial. Está sujeto a constantes
cambios, no es una categoría inmutable.
El ordenamiento del espacio geográfico ha
cambiado sustancialmente en el tiempo así como también el enfoque en materia de
estudios regionales; que viene a corresponderse con el nuevo orden mundial y
con las características geohistórica particulares temporo-espacial. En la
región subsisten y conviven costumbres, vivencias, problemas e intereses que
con el correr del tiempo pasan a ser parte de su memoria colectiva.
La región está sujeta a permanente cambios
que están en correspondencia con sus habitantes, organización y economía
global. Esto lleva implícito un concepto de región cambiante, que obliga a un
permanente reordenamiento del espacio que obedece también a los cambios
demográficos a los que incesantemente están sometido hoy el espacio geográfico,
sumado a esto, hay que considerar los nuevos enfoques en esta materia, así como
también el mundo global.
El proceso conformación de identidades
regionales continuó paralelamente al desarrollo del proyecto de Nación, que
puso en evidencia la vida política nacional y regional; jugando un papel
decisivo además en la unidad territorial de América Hispana a lo largo de la
historia desde los tiempos coloniales hasta el presente. Y no ha estado ausente
de conflictos su conformación, un espacio que se hace y deshace cada día. El
estudio de la región contribuye además,
a conocer desde abajo, espacios desde un punto de vista geohistórico, que desde
la perspectiva tradicional de la historia y la geografía no son visibles,
gracias a la integración de diversos métodos y fuentes, y el empleo inter y
transdisciplinario de las ciencias.
REFERENCIAS
Briceño de Bermúdez, Tarcila. (1998, Julio-Diciembre).
De la Ciudad Colonial a la Región Histórica. Tiempo y Espacio. Vol. XV, No.
29-30. Caracas: Instituto Pedagógico de Caracas, Centro de Investigaciones
Históricas “Mario Briceño-Iragorry”, pp. 9-22.