REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMÉRICA LATINA Y EL
CARIBE
Curso: Historia Regional y Local
Profesora: Dra. Elina Lovera Reyes
Participante: Manuel Bas/manuel.bas@hotmail.com
Caracas, 06 de marzo de 2017
LITERATURA Y DOCENCIA EN ARMANDO
HERNÁNDEZ QUINTERO
UN RELATO DE VIDA
(Un acercamiento a mi Tesis Doctoral
desde la Historia Regional y Local)
Armando Hernández Quintero. 2013-enero.
Fotografía Digital: Hernández Víctor A.
Armando Hernández Quintero. 2017-enero.
Fotografía Digital: Hernández Víctor A.
“…este
conocimiento, que tiene sus raíces en la intersubjetividad de la interacción
resulta ser un conocimiento profundo de carácter íntegramente subjetivo…el
investigador debe pagar un precio por el acceso a este conocimiento de los
sujetos: él será también recíprocamente conocido por estos últimos y no
podrá continuar jugando el papel de
científico aislado y distante que no quiere involucrarse por temor a aparecer
como un sujeto de la investigación…” (Rusque 2001, p. 65-66).
“Con
frecuencia un paradigma, desarrollado para un conjunto de fenómenos, resulta
ambiguo al aplicarse a otro estrechamente relacionado”. (Thomas Kuhn, 2004, p.
60).
“…
todo acto individual es una totalización de un sistema social”. [Ferrarotti
(1981) citado por Moreno (s.f.), p. s/n.].
Introducción
El propósito de inscribir el curso Historia Regional y Local (electiva)
del Doctorado en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe de Instituto
Pedag{ogico de Caracas y, naturalmente la realización del presente trabajo, es
que contribuya a la elaboración de mi “Proyecto
de Tesis Doctoral” (Aproximación al
Objeto de Estudio-Objetivo de la Investigación, Soporte
Epistemológico-Conceptual y Soporte Metodológico), que sirva de apoyo
teórico-conceptual-metodológico para el empleo adecuado de las fuentes tanto
orales como escritas para desarrollar el Relato de Vida enunciado en el título
arriba descrito, que es el posible título de mi Tesis Doctoral.
El relato de vida desde el punto de vista del paradigma asumido se
enmarca dentro de la investigación cualitativa, sin dejar de lado el aporte
historiográfico de la “Nueva Historia”, que en mi opinión, más que una
corriente historiográfica como los grandes enfoques tradicionales marxismo y positivismo
surgidas en el siglo XIX, es una forma
de hacer historia, una manera distinta de abordar los problemas de carácter
históricos, que, no es que no estaban presentes, sino que no eran de interés
para los historiadores de acuerdo con los paradigmas del momento.
Poner el foco de interés a los mismos problemas, pero desde otra mirada
y análisis, permite hacer otra lectura de la realidad distinta a la que se
había hecho hasta ahora por la historia tradicional, que es lo que se ha
propuesto la Nueva Historia. El empleo métodos y fuentes con equipos inter y
multidisciplinarios para abordar los problemas es su propósito, temas que en
muchos casos fueron banalizados por los historiadores, y en el peor de los
casos ignorados, es el interés; solo por citar algunas de estas formas de hacer
historia: la Microhistoria Mexicana y la Historia Regional y Local. Debo decir
que la literatura asignada por la Dra. Elina Lovera Reyes para este curso, ha
sido de gran utilidad como aporte teórico-metodológico para el desarrollo de mi
futura Tesis Doctoral.
El
Relato de Vida y tres ideas básicas de qué se ha entendido por Historia
Antes de entrar en detalles en este punto, cabe conceptualizar lo que se
entiende por relato de vida. Siguiendo
a Rusque (2001) es “…una historia de vida complementada con documentos o con
otras narraciones, dándole de esta manera una perspectiva más amplia que la
narración de su vida cotidiana hecha por un solo actor”. (p. 198). El relato de
vida como investigación histórica se sustenta (en el caso particular de mi
proyecto de tesis doctoral) en el paradigma de investigación cualitativa. En
este sentido, Serrano (1998), Guba (1991), Wiesenfeld (2001), Márquez (2008)
esgrimen que el paradigma que adoptemos va a condicionar nuestra investigación
en el sentido: cómo se investiga, qué investigar y para qué sirve la investigación.
En atención a estos autores el paradigma cualitativo es muy amplio, en él
tienen cabida una gran cantidad de métodos y corrientes del pensamiento. La
teoría que se empleará en el futuro
proyecto de tesis doctoral es el socio contruccionista y, el método narrativo
biográfico.
En relación a esta idea (la amplitud paradigmática) Márquez (2008),
González Rey (2000, 2006) indican que para aproximarse al objeto de estudio debe hacerse desde una
perspectiva múltiple en la que se debe considerarse: el plano
teórico-conceptual, la perspectiva de quien investiga (reflexividad del
investigador), las vivencias y discursos cotidianos. Por ello, según estos
autores, el diseño cualitativo recibe con propiedad la denominación de “diseño
emergente”, que, no obstante, en el soporte epistemológico, el investigador
plantea con claridad su postura y fundamentación de cómo la desarrollará la
investigación. El paradigma seleccionado orientará el estudio en lo
epistemológico, ontológico y metodológico. (Márquez ob. cit., Guba 1991). Por
lo cual debe existir coherencia paradigmática. En relación a la investigación
cualitativa, Sandoval (1996) considera que debe tener tres condiciones de
interés:
La recuperación de la subjetividad como
espacio de construcción de la vida humana, la reivindicación de la vida
cotidiana como escenario básico para
comprender la realidad socio-cultural y la intersubjetividad y el consenso,
como vehículo para acceder al conocimiento válido de la realidad humana”. (p.
15).
La escogencia del paradigma, según Wiesenfeld (2001) guarda relación con
los valores, ideología, sentimientos, formación académica, experiencia
personal, entre otras, del investigador. Por lo tanto, de acuerdo con
Wiesenfeld (2000), la interpretación de los problemas estudiados es dialógica y
multivocal ya que se sustenta en las construcciones que hacen los diferentes
actores sociales involucrados en el estudio. Volviendo al relato de vida, que
en mi opinión es una forma de hacer historia, cabe aclarar, antes de avanzar,
las implicaciones de la palabra Historia.
Medina Rubio (1993) asocia esta palabra a tres ideas básicas. 1, procesos
humanos del pasado, múltiples, heterogéneos y discontinuos. 2, registro de
procesos que hacen los cronistas, narradores e historiadores. 3, y a una
disciplina científica (temas, teorías, métodos y procedimientos) para explicar
el pasado y encontrarle el sentido al presente. Argumenta además, que la
historia es la historia de los hombres en los contextos: mundial, continental,
nacional, regional y local. Es una manera de actuación colectiva de los hombres
enmarcada en el espacio y el tiempo (ontológico), que se construye e interpreta
para comprender los hechos y fenómenos del pasado humano, cuya motivación
radica en el interés del investigador de tener una mejor apreciación de los
fenómenos surgidos, a través del conocimiento de la vida cotidiana como una vía
para llegar al estudio de problemas históricos mayores bajo un concepto inter y
múltiple disciplinario desde distintas perspectivas metodológicas. (Medina
Rubio ob. cit.).
Acercamiento
al Personaje Objeto de Estudio
De acuerdo con Márquez (2006, 2008, 2009) desde el inicio de la
investigación cualitativa se debe incluir tantos supuestos teóricos como sean
posibles, las voces y opiniones de los informantes sobre el tema de
investigación expresadas en ideas surgidas del discurso cotidiano y situaciones
observadas y de las impresiones e ideas aparecidas de la reflexión del
investigador. Márquez (2004) refiere tres premisas básicas del diseño emergente
(cualitativo): perspectiva epistemológica, concepto de paradigma y coherencia
paradigmática. Este investigador (2009, ob. cit.) argumenta que el análisis
cualitativo requiere además cuatro elementos fundamentales: análisis crítico e
interpretativo de la información; debe está soportado en una corriente teórica —en
este caso en particular de la futura investigación teoría construccionista y el
método narrativo biográfico—; el investigador forma parte del método, su
reflexividad es productora de subjetividad y de sentido; y la praxis
investigativa. En relación a la praxis investigativa, Donoso (2004), señala que
el investigador cumple un rol de orientador en la dinámica grupal, pone énfasis
en la importancia de las reflexiones que se generan en el espacio
conversacional grupal, sin interés de llegar a generalizaciones. Para este
intelectual, es la manera de que el investigador debe “… acercarse a la
experiencia de las personas a través de
sus narrativas”. (p. 13). Sobre estas ideas, antes expresadas, cabe citar a Burke (1996), quien señala, desde la perspectiva de la Nueva Historia, conocida como “historia
desde abajo”, que la razón de ser de esta postura es el interés en las
opiniones de la gente corriente y su experiencia en el cambio social. En esta
idea, cabe mencionar el planteamiento de Gergen (1996), los principios de la interacción humana no se puede
desarrollar fácilmente con el paso del
tiempo porque se basan en hechos que generalmente no permanecen estables; sin embargo, al
generar conocimiento acerca de la interacción
social también comunicamos nuestros valores personales heredados de la
sociedad que nos moldea, nutre; la capacidad de ser consciente de este hecho
libra a los investigadores de caer en determinismos reduccionistas.
Dentro de esta tendencia (nueva historia), la Historia de la Cultura ha
puesto el foco en la cultura popular como una manera de acerarse a las
particularidades que es imposible llegarle con la historia tradicional. Este
planteamiento o manera de hacer historia pudiera ser un aporte fundamental para
la investigación relacionada con el relato de vida, pues promete la revisión de
gran variedad de fuentes (visuales orales, archivos familiares) muchas veces
ignorados por los historiadores, y en el peor de los casos despreciados. Para
este autor los problemas más frecuentes con que se enfrenta el investigador son
la de las fuentes y los métodos empleados, para lo cual recomienda la búsqueda
de nuevas fuentes que pueden ser complementadas con las fuentes oficiales
(historia oral), la relectura de este tipo de documentos (oficiales) de manera
distinta. Aunque admite que los testimonios orales no han alcanzado todavía la
complejidad crítica que las fuentes documentales. Esto, desde luego, sin perder
de vista lo que señala Fernández (2009), la delimitación de la investigación y
el ámbito identitario, las fuerzas colectivas de la sociedad, no sin olvidar,
que el contexto actual está caracterizado por el caos, la crisis, el
pluralismo, juicios diversos, la fragmentación y la incertidumbre.
Desde esta visión, la revisión de perspectivas y estructuras
temporales-espaciales es fundamental para acometer estudios relacionados con la
historia de vida. Uno de los aportes que pudiera ser de utilidad para el
abordaje de mi tesis doctoral es atender lo señalado por Luís González
entrevistado por Hernández López (2005) en su enfoque de la Microhistoria
Mexicana que es atender, en la investigación, sobre todo en los estudios
regionales y locales, lo referente a los acontecimientos de la vida cotidiana
de la gente en su propio medio involucrada en la investigación, que se sientan
protagonista de escribir su propia historia; hablar del hombre común y
corriente; porque a criterio de Martínez Assad entrevistado por Hernández López
(ob. cit.), que cualquier localidad, cualquier pueblo está en la historia por
muchas razones, no sólo por sus batallas y héroes, la perspectiva de análisis
desde esta visión se sitúa además en un país, en una nación que se construye y
reconstruye todos los días desde las localidades y desde las regiones. En esta
idea, según Luís González, el recuerdo de la gente traducido en historia oral,
archivos familiares y municipales hay que prestarle la debida atención.
Además de estas fuentes para la investigación cabe recomendar las
señaladas por Medina Rubio (1993): la literatura, periódico, diarios de viajes,
porque según este autor, intentar comprender el pasado y explicarlo sin fuentes
—fuentes adecuadas y pertinentes— es un ejercicio de la imaginación. De modo,
que para Medina Rubio la documentación de archivo sigue siendo la variedad de fuentes más importantes para ser empleadas por
el historiador. De acuerdo con este planteamiento, el método histórico es un
conjunto de operaciones intelectuales de ordenación y evaluación de la materia
prima del investigador: las fuentes, para poder encontrar una explicación
válida y coherente y comprender el pasado— en este caso que me ocupa aquí un
personaje— que remite, no obstante a identidades y realidades locales
(espacio-temporal). Sobre este particular Bermúdez de Briceño (1998), Medina
Rubio (1993) apuntan que las variables espacial y temporal no deben ser
desestimadas por el investigador-historiador, y sobre todo en un espacio
dinámico, cambiante, resultado de múltiples relaciones del hombre con su medio
en condiciones históricas determinadas.
Por otra parte Fernández (2009) considera que en el contexto donde se
realiza la investigación debe existir un correlato del investigador, la
investigación con el contexto donde se realiza la investigación
(social-económico-cultural). Lo que Casas (s.f.) denomina identidad social y
cultural que está ligado con la memoria que un grupo o individuo elabora sobre
su pasado (prácticas, costumbres, cosmovisiones y representaciones heredadas)
constituidas en la memoria histórica colectiva que es el núcleo primario de toda
identidad, que, naturalmente tiene que ver con su pasado, por lo tanto, toda
identidad es historia condensada, producción de sí mismo. Es un recuerdo
selectivo en la que la razón y la memoria implican reconstrucción y a la
vez deformación de acontecimientos. La
identidad está en el pasado, es representación mítica.
El
Contexto de la Vida Cotidiana donde está Inmerso el Personaje en Estudio
De acuerdo con González Rey (2006) la epistemología
cualitativa es una reflexión abierta, un análisis apriorístico, constructivo e
interpretativo de conocimiento, no es una aprehensión lineal de la realidad, no
es algo que está listo, la investigación constituye tres atributos básicos: el
carácter constructivo-interpretativo del conocimiento; la legitimación de lo
singular como instancia de producción de
conocimiento científico y la investigación como un proceso de comunicación. En este
contexto “… la comunicación como espacio
esencial para la emergencia del sujeto crítico y creativo en el espacio de la
investigación, de hecho tiene un papel
esencial para la superación
epistemológica de la repuesta”. (González Rey ob. cit., p. 33).
Para Bruno (2009), la investigación en el contexto arriba indicado es
acercarse a la cultura de la gente de requerimientos heterogéneos de sociedades complejas relacionadas con la antropología, la historia
desde abajo, de los excluidos, en la que a partir de entonces deja de ser la cultura patrimonio exclusivo
de un sector social para
pasar como acervo de toda la sociedad.
Este investigador subraya la
importancia de derribar tres ídolos de la historia tradicional: el
ídolo político, el ídolo individual y el ídolo cronológico, que es de algún
modo el planteamiento que viene haciendo la Escuela de los Anales francesa
representada por Marc Bloc y Lucien Febvre, quienes enfatizan que los sujetos
de la historia deben buscarse en las
fuerzas colectivas de la sociedad, dejando de lado el carácter individualista y
política de la historia del siglo XIX.
Estos aportes, habría que complementarlos con lo que Burke (2006)
denomina Historia Cultural, advirtiendo, que esta nueva manera de hacer
historia, no debe verse como las grandes corrientes surgidas en el siglo
decimonónico (materialismo histórico y positivismo), sino más bien como un
aporte, como una mirada diferente hacia el pasado, que entre otras cosas, uno
de sus logros es el “descubrimiento del pueblo” como objeto de la historia. La
cultura popular, como tema de estudio nace en Alemania en el siglo XVIII en
manos de folcloristas y antropólogos hacia 1960 para luego ser práctica
habitual de historiadores y académicos, inspirados por William Thompson en
Alemania. Otro aporte señalado por Burke (ob. cit., 1996) es que no se deben
tratar los textos y las imágenes de un período determinado como espejo y
reflejo y no como una problemática de su
tiempo, siempre buscando encajar con lo que creemos, si no es así rechazamos a
priori nuestros hallazgos. Sobre este particular advierte distinguir entre las
culturas tres cosas de sumo interés para el historiador-investigador: las
culturas de las clases sociales; las culturas de hombres y mujeres y las
culturas de diferentes generaciones que viven en una misma sociedad.
En este contexto cabe recordar lo señalado por Bertaux (1983) que los
modos de vida de reproducción antroponómico que se refieren a la producción
cultural tiene que ver con la socialización primaria (familia) muy
diversificada según los medios sociales (secundarios) aparatos de difusión
cultural, modos de vida materiales, culturales y morales de sus miembros tienen
una repercusión estructural que Bertaux denomina “movilizaciones”,
indispensables para salir de una representación exclusivamente repetitiva
y cíclica de los modos de vida de la gente , que tiene que ver
naturalmente con la evolución social de los miembros de una sociedad en los
planos individual y colectivo, transformación que ocurre a lo largo del tiempo
en una sociedad o parte de ella, relacionada con las costumbres, valores,
organización social, tecnología, lenguaje, leyes, entre otras.
Aportes
de la Historia Regional y Local al Método Narrativo Biográfico
Como ya señalé en líneas precedentes la investigación relacionada con el
relato de vida sobre el personaje
Armando Hernández Quintero está enmarcada en el paradigma cualitativo, por lo
tanto debe existir coherencia desde el punto de vista epistemológico-ontológico-metodológico,
desde esta visión, el soporte epistemológico-conceptual se sustenta en la
teoría socio construccionista y el soporte metodológico se apoya en el método
narrativo biográfico. De acuerdo con Lincoln (1990) citado por Wiesenfeld
(2001), Guba (1991) y esta investigadora (ob. cit.) coinciden que el paradigma
construccionista se sustenta en tres criterios básicos: ontología relativista,
epistemología transaccional-subjetiva y metodología hermenéutica-dialéctica.
Montero (2001) plantea algo similar sobre este particular, solo que
re-conceptualiza estas tres categorías agregándole las variables: ética y
política desde una perspectiva crítica, pues, considera esta autora que hay un
compromiso político y ético en toda investigación. Toda epistemología, según
Montero (ob. cit.) está relacionada con la ontología, quien habla de ontología,
epistemología y metodología no puede dejar de referirse a la ética y a la
política. La ontología tiene una fundamentación ética y consecuencias política;
la ontología se basa en la relación entre uno con otro.
De acuerdo con Moreno (s. f.) los documentos biográficos se
refieren directa o indirectamente a una
parte o totalidad de vida de una persona o varias personas; es la categoría más
amplia y comprensiva, implica toda clase
de textos, tanto orales como escritos (fuentes), con ellas se pueden investigar
de diversas maneras, sirven de información biográfica para estudiar las
realidades sociales desde un enfoque epistemológico. Para Allport (1942) citado
por Sandín (2003) es un documento personal que engloba todo tipo de materiales
biográficos, independientemente del creador o autor de dicho material, quedando
en un segundo plano la intervención o no
del investigador. Sanz (2005) lo conceptualiza de una manera breve,
sencilla, pero de gran profundidad, de esta manera: es un juego de
intersubjetividades que emergen esencialmente de la persona y de su testimonio,
ya sea oral o escrito.
En este método no hay investigador ni investigado, pues son miembros de
un mismo mundo y coparticipes de un horizonte, en la que producen conocimiento
en igualdad de condiciones y en
diversidad de preparación y de apertura intelectual, cuyo objetivo común es la
búsqueda de significados de las experiencia vividas. Al respecto, Bolívar y
Domingo (2006) señalan tres postulados básicos del método biográfico:
narrativo-construccionista, contextual-interaccionista y dinámico. En relación
a este método, Ortega y Gasset (1947) citado por estos dos intelectuales,
señala que frente a la razón
físico-matemática hay pues, una razón narrativa. Para comprender lo humano,
personal o colectivo es preciso contar una historia. El hombre, para este
autor, no tiene naturaleza sino
historia. En este planteamiento, es
menester mencionar Ibáñez (2001):
La realidad es siempre “realidad-para-nosotros”,
“realidad-desde-nuestra perspectiva”… la verdad no puede estar supeditada a
nuestros deseos, creencias, decisiones, y características, debe ser universal y
absoluta, debe trascender el carácter necesariamente cambiante y contingente de la subjetividad humana y de
la intersubjetividad que la nutre. El rechazo de la creencia en la verdad no
significa que se niegue la utilidad del concepto práctico de la verdad que
informa nuestra vida cotidiana. (pp. 253, 254-255).
Además de lo apuntado por Ibáñez, habría que agregar el carácter
multifacético de esta metodología que da cabida a diversas tradiciones
teórico-metodológicas, por ello es oportuno señalar, que es uno de los
propósitos de este trabajo, mencionar los aportes de la historia regional y
local al relato de vida de Armando Hernández Quintero que me propongo realizar
como proyecto de tesis doctoral. Porque en ambas tendencias (historia regional
y local y en el método biográfico) el
objetivo es la búsqueda de significados de las experiencias vividas. La
experiencia vivida, según Desmarais (2009/2010) es a la vez emoción, un
sentimiento que hace descubrir al actor una subjetividad personal y una
actividad cognitiva, una experimentación de lo real por el actor. La perspectiva
biográfica, según esta investigadora tiene
tres finalidades: producción de conocimiento (investigación), formación y transformación de la realidad
(intervención). No sin olvidar lo planteado por Berger y Luckmann (1968) que la
sociedad como realidad objetiva, la humanidad es variable desde el punto de
vista sociocultural, el hombre se reproduce así mismo, de modo que la realidad
se construye socialmente de manera permanente (sociología del conocimiento).
A lo ya afirmado, se debe complementar con la idea de que el universo
simbólico de los seres humanos es la matriz de todos los significados
objetivados socialmente y subjetivamente reales; es toda la sociedad histórica
y biográfica de un individuo, realidad objetiva, que, no obstante, puede
traducirse en realidad subjetiva y viceversa, en la que el lenguaje es el
vehículo por excelencia de este proceso. La sociología del conocimiento de
acuerdo con Berger y Luckmann (ob. cit.) es comprender la realidad humana como
realidad construida socialmente, una realidad de la vida cotidiana que se organiza en el “aquí” y en el “ahora”,
en el que el lenguaje es esencial para su entendimiento, debido a que requiere,
según estos autores, construir zonas de significados o identidades (campos
semánticos) en la situación cara a cara, en la que el lenguaje posee una
cualidad inherente de reciprocidad que lo distingue de otro sistema de signos.
Esto se debe de acuerdo con Schütz (1974) a que “El mundo de la vida cotidiana
en el cual nacemos es, desde el primer momento, un mundo intersubjetivo. En el
problema filosófico de la intersubjetividad se halla la clave de la realidad social”. (p. 19). Continúa
este autor (1993) citado por Dukuen (2010): “El interés por el significado en la
vida ordinaria, se enmarca en la problemática de la significación de la
acción en el mundo de la vida”. (p. 41).
A respecto, señala Dukuen (ob. cit.): “… los sujetos deberán reflexionar y comprender
sus vivencias pre-predictivas mediante esquemas
interpretativos para que tengan
sentido para sí: el significado subjetivo es una explicación que el
sujeto se da de su propia conducta o de la de otros”. (p. 45).
Esto, naturalmente conlleva a una interpretación subjetiva de sentido porque “… el actor se
ubica e interpreta una situación dada en función de su subjetividad y corresponde, a elementos
de su situación biográfica… la acción no
está aislada, desvinculada de otra acción, ni divorciada del mundo”. (Schütz,
ob. cit., pp.23-24). Partiendo de esta idea, este investigador señala tres
aspectos básicos de la socialización del conocimiento: Es recíproco de
perspectivas; de origen social el conocimiento y de distribución social del conocimiento.; este último
aspecto, sólo una pequeña parte se
origina de la experiencia personal, el resto es de origen social. Para Schütz
(ob. cit.), y para estos autores, por él citado: James, Bergson, Dewey, Husserl,
Whitehead [concuerdan] en afirmar que todo el conocimiento del mundo tanto en
el pensamiento de sentido común, de la vida cotidiana como en el de la ciencia,
supone construcciones mentales, síntesis, generalizaciones, formulaciones e
idealizaciones del nivel respecto de la organización del pensamiento. Una nueva
ciencia, y de modo muy particular, una nueva ciencia de la historia, debe
tener, entre otras cosas, de acuerdo con Martínez (1999) debe tener, entre
otras cosas, a la búsqueda de orientación lógica, dialéctica, sistemática,
interdisciplinaria, constructivista, humanista, que haga justicia social y a la
vida humana cotidiana, que sea al mismo tiempo rigurosa en términos de sistematicidad
y criticidad.
En esta argumentación, cabe mencionar
lo señalado por Taylor y Bogdan (1994) que para entender los fenómenos
sociales —y un relato de vida lo es— es necesario acercarnos a él desde la
propia perspectiva del actor. En esta idea, no quiero dejar de lado los aportes
que puede ofrecer la Microhistoria Mexicana de Luís González entrevistado por
Hernández López (2005) al método biográfico y al relato de vida, que es la
recomendación de revisar conceptos, prácticas, métodos, fuentes para el manejo
macro y micro de los fenómenos sociales desde otras perspectivas, y estructuras
temporales y espaciales para referirse a la vida cotidiana de la gente de un
ser en su propio medio, para poder hablar del hombre común y corriente, buscar
ciertos fondos del ser humano que no aparecen
en la historia nacional, mucho menos en la filosofía de la historia, que es el caso del relato de
vida de Armando Hernández Quintero, que es el personaje que me propongo
estudiar en mi Tesis Doctoral. Luís González recomienda para este tipo de
estudio recurrir al relato oral, a los recuerdos de la gente, a las variedades
de archivos municipales, parroquiales y familiares. Contribuye además a
divulgar lo que dice el pueblo en relación
al mundo global en que vivimos.
Un aporte fundamental para el estudio que pretendo acometer, es el
planteamiento de la Historia Regional de Carlos Martínez Assad entrevistado por
Hernández López (ob. cit.), referente a la conseja que no se debe tener miedo
de teorizar, de discutir con libertad nuevas ideas en el campo de la
historiografía, pues esto impide que aparezcan nuevas ideas en el panorama
cultural. En un sentido estricto contribuye
a conocer más al país por este enfoque y al incremento a este tipo de
estudio abriendo otros horizontes en el campo de la historia, problematizar y
discutir nuestras propias cosas de nuestro entorno y conocer las dinámicas de
las localidades y regiones.
En relación a los aportes de la Nueva Historia, cabe mencionar a lo
señalado por Burke (1996, 2006), ésta ha contribuido a la expansión
del universo de los historiadores y a la independización de la historia
social de la historia económica abriendo otros espacios válidos para
estudios historiográficos y similares, y
de esta manera hacer historia de una manera distinta a la que se hacía hasta
ahora, es decir estudiar al hombre en muchos planos de la vida, y no sólo en la
camisa de fuerza de la política y la celebridad o atrapado en las relaciones de
producción del materialismo histórico, sin ignorar sus posibles aportes
fundamentales a la ciencia. La revisión de una gran variedad de pruebas y su
carácter inter y multidisciplinario para llegar a lo que Burke denomina la
“Historia desde Abajo”, que es un gran logro de esta nueva manera de hacer
historia como lo es la historia cultural.
Conclusiones
No quiero dejar de lado para ir cerrando este trabajo, lo planteado por
Medina Rubio (1993) en el campo de la Historia que puede ser de utilidad para
los relatos de vida, es no olvidarnos que la historia, de cualquier forma, es
la historia de los hombres en las sociedades: mundial, continental, nacional,
regional y local. Es la memoria colectiva de los hombres enmarcada en el
espacio y tiempo, es la reconstrucción e
interpretación con lo que se pretende comprender y explicar los hechos y los
fenómenos del pasado.
Creo además pertinente, para la elaboración de mi futuro Proyecto de Tesis Doctoral de acuerdo
con los valiosos aportes del curso Historia Regional y Local, es considerar que
el contexto actual se caracteriza por ser: plural (existen múltiples juicios en
el campo de la historia), incierto, fragmentado, desordenado; y de confusión
teórico-metodológica posiblemente por la falta de un paradigma historiográfico
que señale nuevos caminos en la historiografía. Cierro con esta frase de Thomas
Kuhn (2004, pp.114-115): “El fracaso de las reglas existentes es el que sirve
de preludio a la búsqueda de otras nuevas”.
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