lunes, 31 de diciembre de 2018

UNA UNIVERSIDAD QUE CONTRIBUYA AL DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE



UNA UNIVERSIDAD QUE CONTRIBUYA AL DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE

     La crisis actual del mundo, como uno de los fenómenos de la mundialización se refleja en toda la superficie del “globo terráqueo”. Paradójicamente la sociedad del conocimiento ha producido grandes avances en la ciencia y la tecnología, reflejado, por ejemplo en la red de internet, que ha convertido la Tierra en una “aldea planetaria”; en la bioquímica, en la física, con los estudios de los agujeros negros. Pero contrariamente a esto, existen en el planeta inmensos contingentes de seres humanos condenados a pobreza extrema; el flagelo bélico, que sin tregua de manera localizada atenta contra la paz de las naciones. Además de lo señalado, los problemas ecológicos amenaza la vida del planeta. Los gobiernos no han podido controlar la crisis financiera que agobia cada día sus economías. Esto es, grosso modo, el escenario donde le toca jugar un papel protagónico la universidad del siglo XXI.
     Esta crisis de la sociedad global con su onda expansiva ha afectado seriamente la universidad. Tiene entonces la educación superior dos objetivos fundamentales: contribuir a resolver la crisis de las comunidades y los problemas internos que ocurren dentro del recinto universitario. Analizando los problemas del mundo y de la universidad, se debe indicar el camino a seguir, en términos de políticas estatales, para que ésta contribuya a lograr el desarrollo humano sostenible, a través de acciones generadas por sus actores en la búsqueda de mejorar sus problemas y el de la sociedad, contribuyendo además a formar ciudadanos con convicción ética que luchen sin tregua para lograr el desarrollo de los países menos favorecidos, sin causar daño al medio ambiente, cooperando además en concretar una sociedad más justa y equitativa, pilar fundamental de una verdadera democracia.
     El siglo XXI comienza con una de las más espantosas crisis que ha experimentado la humanidad en toda su historia. A pesar de los grandes adelantos que ha logrado el hombre, y de albergar la sociedad del conocimiento, como nunca antes, los cerebros más brillantes en las universidades de los países desarrollados, el mundo vive una gran conmoción que no tiene precedentes. La sociedad de la globalización y de la tecnología de punta se encuentra atada de pies y manos frente a la compleja problemática que vive, una problemática de orden mundial. Esta sociedad global está sumida en una gran crisis cuyo síntoma más evidente, según Yarzábal (1999), es el incremento de la pobreza, el hambre, el sufrimiento y el dolor humano, las guerras genocidas; flagelos de todo orden amenazan con la seguridad de los habitantes de la Tierra. Los grandes avances en ciencia y tecnología en procura de mejorar la calidad de vida de las personas, en algunas partes del mundo no se siente todavía. Señala Yarzábal que la actual sociedad dispone de los recursos tecnológicos necesarios para ofrecer una vida digna a los ciudadanos de la Tierra. Pero lo que falta es voluntad política. Incluso, llega a afirmar que la población del mundo gasta más en alcohol y en drogas que lo que se necesita para sacar a los habitantes de la Tierra de la crisis espantosa en que se encuentra.
     En la sociedad actual se observa una marcada desigualdad en los distintos órdenes de la vida. En este sentido, afirma Yarzábal (1998) que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) apunta que 350 megamillonarios reciben anualmente ingresos que superan la suma del PIB de 40 naciones donde viven 2500 millones de personas. Este dato evidencia pedagógicamente la marcada desigualdad y la falta de justicia social en que vive una cifra significativa de ciudadanos, y asoma la inmensa brecha que existen entre ricos y pobres. También existen importantes desigualdades entre países industrializados y países de América Latina, no sólo en el orden económico, sino también en lo social, educativo, entre otros.
     Este panorama desolador  acontece en la sociedad del conocimiento. Sociedad que ha logrado sorprendentes adelantos en física, en matemática, en química; pero en lo ético no ha salido de Aristóteles. En este sentido les toca a los gobiernos guiar políticas coherentes, sinceras que sirvan de plataforma para conformar una estructura social y económica que ayude a las naciones salir de la crisis. Una sociedad en crisis no puede tener una universidad exitosa; y a la inversa, la crisis es el resultado más evidente, del fracaso de la universidad. Es, indudablemente paradójico que la sociedad de las telecomunicaciones y de la globalización, es a su vez una sociedad deprimente, una sociedad que vive hoy una de las etapas más convulsionadas que haya vivido jamás. Este panorama dantesco, es el escenario donde está inmersa la universidad. De tal manera que a la universidad se le tiene encomendada dos misiones: una, resolver la crisis interna que ella vive; y dos, contribuir con el rol protagónico de lograr el desarrollo humano sostenible en las naciones.
     Según Ornellas (1996), una de las limitaciones en el mundo y particularmente en las universidades son las financieras con sus efectos perversos en las economías de ellas y de su entorno, pues, particularmente en las universidades limita fondos para la investigación y para la mejora salarial de sus empleados. Los países subdesarrollados presentan hoy un déficit en su presupuesto, por ello, la inversión en educación, al menos en el corto plazo representa un gasto, sumado a ello la actitud demagógica de los gobierno en materia de educación no es nada alentador.
     En Venezuela, por ejemplo las condiciones de planta física de muchas universidades es deprimente, sobre todo en las públicas, muchos de nuestro bachilleres han tenido que acudir al sector privado en busca de educación. La falta de presupuesto es un problema grave que ha incidido en la baja calidad de la educación. A esto se le suma la pertinencia de la enseñanza, la equidad , desde luego, esto conlleva a que la universidad enfrente graves problemas para cumplir con la misión de contribuir a lograr el desarrollo humano sostenible. La problemática que vive hoy la educación superior es muy compleja, refiere aspectos tales como: bajos salarios, falta de presupuesto (un mal crónico), poca investigación. No debemos olvidar el papel que juega la investigación para lograr en alto nivel la pertinencia de la universidad. La investigación científica y tecnológica debe estar orientada a contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y, no debe responder por ninguna razón a intereses mezquinos y de un grupo de poder.
     Otro serio problema en las universidades es la pertinencia. Según Goddfredi (1996), la pertinencia tiene relación directa con las expectativas y sensaciones de la sociedad con la universidad. Apunta este autor que es imposible lograr un alto grado de pertinencia sin la participación activa de sus propios actores: docentes, administrativos, técnicos, obreros y alumnos. Para lograr la pertinencia de la universidad, se hace necesario ponerla de cara a los problemas de ella misma y de su entorno, es decir sacar a la universidad de su “torre de marfil”. Un problema que lleva implícito la pertinencia es la equidad. Puesto que en la medida que la educación llegue a más número de persona será más equitativa, y más aún, si ésta, está en sintonía con los requerimientos del mercado laboral.
     La equidad es uno de los problemas más serio a que se tiene que enfrentar hoy las universidades. La alta tasa demográfica en los países de América Latina ha creado de alguna manera el problema del cupo en la educación superior. Sumado a esto el  presupuesto limitado, y la condición de pobreza de algunos sectores de la sociedad es una barrera que limita el ingreso a las universidades. De tal manera, la posición de quien escribe, es que la equidad no sólo es un problema de la universidad misma, sino también es un problema de política de Estado. Este debe crear un conjunto de mecanismos tales como: planta física, financiamiento, becas, y al propio tiempo, intervenir, a través de la planificación familiar en disminuir en crecimiento demográfico. Esto pudiera aliviar la demanda de cupo en las universidades.
     Reflexionando  acerca de una educación superior de calidad,  necesita de una política integral por parte del Estado, así como de una excelente planificación del sector universitario. La palabra calidad engloba una serie de aspectos como equidad, pertinencia, financiamiento, buenos salarios, mejora académica de sus profesores, entre otras. Toda educación superior de calidad debe estar orientada hacia el desarrollo humano sostenible. Las universidades no deben estar de espaldas a esta realidad. Deben propiciar además el aspecto ético, hacer más énfasis en las competencias personales, para tener dentro de las aulas un ciudadano honesto y comprometido con el país, no con el partido de turno, por razones estrictamente personales. Existe una asimetría entre las competencias profesionales y personales, lo que crea un desbalance en las características del universitario que se requiere.
      La Universidad como institución rectora del conocimiento, apunta la UNESCO (1998), debe desempeñar una función de liderazgo en el desarrollo de formas de educación interdisciplinaria y transdisciplinario, y éticamente orientada en idear soluciones que conlleve a conciliar el progreso económico y social con la salvaguarda de los sistemas mundiales de mantenimiento de la vida en el planeta. No se puede concebir un desarrollo humano sostenible, independiente de la educación. De modo que la educación juega un papel estratégico de primer orden en este acometido.
     En este mismo orden de ideas, la UNESCO (ob cit) sostiene que la universidad debe ejercer un verdadero liderazgo en el cual fomente la investigación, redes de expertos ambientales en los niveles: local, regional, nacional e internacional y comunitario; fomentando tanto entre su personal como entre sus estudiantes una perspectiva ambiental cuyo propósito sea preservar el ambiente. Insisto, que el aspecto ético no debe quedar de lado, pues es de vital importancia para el logro del desarrollo sostenible. Al respecto Shuberoff (1996) considera necesario garantizar la equidad en la distribución del conocimiento, puesto que una colectividad donde llegue una educación superior más equitativa y justa en su población, sería un indicador de una educación de calidad tendiente a lograr el desarrollo humano sostenible.
     Se hace necesario además, para lograr una educación de calidad encaminada hacia el desarrollo humano sostenible potenciar la investigación, redefinir una estructura organizativa que permanentemente pueda ser evaluada, y que propicie la participación cooperativa por vía de convenio a nivel nacional e internacional. Así también crear una plataforma tecnológica cónsona con nuestro tiempo. En este orden de ideas Muñoz (1996) apunta que la educación superior en el mundo debe construir un escenario mundial que propicie una menor inequidad y frene las enormes asimetrías entre los países desarrollados y los no desarrollados. La globalización de la educación apoyada en una plataforma de una red tecnológica a través del internet sería de gran valía para llevar la educación a lugares remotos, permitiendo a su vez  incorporar un público más diverso y de heterogénea geografía.
     En este sentido, UNESCO (1996) citado por Mayor (1997), plantea  que “la clave de un desarrollo sostenible independiente es la educación… educación que llega a todos los miembros de la sociedad, a través de nuevas modalidades, nuevas tecnologías a fin de ofrecer oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” (p. 2). Esto evidentemente, configura una innovadora visión de desarrollo, contraria a la que se tenía en el pasado, puesto que no basta solo el capital, materiales y equipos que como eficiencia potencial, son necesarios; pero también se requiere del capital humano que como eficiencia real es clave, en un 80% para lograr el desarrollo con rostro humano.
     Para finalizar, la universidad por su naturaleza tiene como misión formar ciudadanos responsables no sólo en los ámbitos científico y tecnológico, sino también en el plano ético. Ella es el motor y la luz para lograr el desarrollo humano sostenible, haciendo uso de manera responsable de los recursos del ambiente sin dañarlo. Es necesario además cambiar la noción que se tenía de desarrollo, propiciando además un clima de paz y armonía para tener futuro mañana. Esto, solo es posible, en una sociedad donde su educación procura formar personas conscientes de su responsabilidad con sus comunidades, que sería el signo más evidente de una educación superior de calidad brindada por una Universidad como servicio prestado para contribuir con el desarrollo humano sostenible*

REFERENCIAS
Garita, L. (1996). La Cooperación Internacional en la Nueva Dimensión de la Universidad. Caracas: Cresalc-UNESCO. Cuaderno 6.

Goddfredi, C. (1996). La Pertinencia de la Educación Superior. Caracas: Cresalc-UNESCO. Cuaderno 1.

Muñoz, H. (1996). Análisis del Documento de la UNESCO sobre el Cambio y el Desarrollo en la Educación Superior. Cresalc-UNESCO. Cuaderno 1.

Ornellas, C. Las Antinomias de la Educación Superior. El Panorama Mundial. Caracas: Cresalc-UNESCO. Cuaderno 1.

Shuberoff, O. (1996). Educación Superior: La Transformación Necesaria. Caracas: Cresalc-UNESCO. Cuaderno 2.

UNESCO. (1998). Conferencia Mundial sobre la Educación Superior. La Educación Superior y el Desarrollo Humano Sostenible. París: UNESCO.

Yarzábal, L. (1999). Consenso para el cambio en la Educación Superior. Caracas: Cresalc-UNESCO.

*Bas, Manuel. (2000, Marzo 25). Una Universidad que Contribuya al Desarrollo Humano Sostenible. [Mimeografiado]. Barcelona: Universidad Nacional Experimental Virtual Simón Rodríguez.


MUESTRA VISUAL


1. José Graterón Luque. 
Serie Caracas Grafiti, San Miky el Piadoso (2018). 
Fotografía y colección Manuel Bas, Caracas D. C.


2. José Graterón Luque.
 Caracas Rococó (2015). 
Fotografía y colección Manuel Bas, Caracas D. c.


3. José Graterón Luque. 
Caracas Grafiti (2015). 
Fotografía y colección Manuel Bas, Caracas D. C.




UNA UNIVERSIDAD QUE CONTRIBUYA AL DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE
TEXTO: Manuel Bas
EDICIÓN DIGITAL: Eduardo Palmera Gómez & Manuel Bas
FOTOGRAFÍA: Manuel Bas
OBRAS DE LA COLECCIÓN MANUEL BAS DE ARTE MODERNO




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