RETO Y COMPROMISO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN LA
AMÉRICA LATINA PARA EL SIGLO XXI
La América Latina a las puertas del siglo
XXI se encuentra sumida en una crisis sin precedente en su historia. Existe en
esta región planetaria, mal llamada países en vía de desarrollo, grandes
contingentes de seres humanos condenados a la más extrema pobreza, privados de
escolaridad; con índices delictivos que superan las estadísticas de otras
partes del mundo, el crecimiento demográfico aumenta con extrema rapidez, los
presupuestos deficitarios y reconducidos de los gobiernos, son los signos que
caracterizan la sociedad de Latinoamérica. Frente a este escenario tan complejo
y difícil, marcado por la más fría incertidumbre, cabe preguntarse: ¿Cuál es el
papel de la Universidad en la América Latina? Cuál es el reto y compromiso de
la Educación Superior para el siglo XXI en esta parte del mundo?
Obviamente que estas preguntas exigen para
la Educación Superior un rol protagónico diferente al que ha venido asumiendo
en el pasado; pues hoy gran parte de la solución de la problemática de esta
sociedad depende del aporte que la Universidad de manera sustancial haga al
respecto. En este sentido surge como aspecto fundamental para resolver la
crisis de manera impostergable en América Latina llevar adelante la propuesta
de Delors (1996), educación durante toda la vida con sus ventajas de
flexibilidad y accesibilidad en el tiempo y el espacio, como las llaves de
entrada al Siglo XXI.
Esta educación abierta y flexible y durante
toda la vida no puede ser posible si los países de esta parte del “globo
terráqueo” no disponen de una infraestructura tecnológica que permita llevar la
educación hasta el punto más remoto de las regiones de esta variopinta
geografía. Delors opina al respecto que las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación (NTIC) han hecho entrar a la humanidad en la era
de la comunicación universal, eliminando barreras y distancias… pero hay
regiones excluidas de esta evolución, particularmente en las que no hay
electricidad, lo que conllevaría, según García Guadilla (1996) a una
globalización fragmentada y, en consecuencia, limitaría la cobertura educativa.
Por otra parte la Universidad de la
América Latina debe salir de su claustro, de su torre de marfil y volcarse
hacia la sociedad para contribuir a resolver los problemas puntuales de su
entorno aportando los brazos de los contingentes de estudiantes, que en muchos
casos se dedican sólo al rol de “estudiar” para protagonizar el rol de “trabajador”
por el país, es decir, vincularlos con el trabajo productivo, a través de
convenios suscritos por la Universidad con otras instituciones tanto de los
sectores: público y privado para generar recursos económicos, y de esta manera
autofinanciarse ya que en los países más pobres de la región la Educación
Superior representa, al menos en el corto plazo, una carga onerosa para el
Estado. Se trata de hacer de la Universidad una empresa redituable.
Esto evidentemente supone el
establecimiento de nuevas relaciones en las áreas de la ciencia y de la
tecnología y la búsqueda de fuentes
alternas de financiamiento como una manera de responder a la crisis fiscal del
Estado que existen en la mayoría de los países de esta región. Esto se
concretaría si la Universidad Latinoamericana a través de sistemas de formación
y producción de conocimientos apunta hacia las necesidades de todos los
sectores de la vida social (Ugalde, 1994 en García Guadilla, 1996). Para
CEPAL-UNESCO (1992) en García Guadilla (1996), educación y conocimiento son los
ejes de transformación productiva con equidad, pues no debemos olvidar que
recursos humanos y desarrollo son dos temas vinculados entre sí, y que la
formación de un talento humano idóneo depende en gran parte de una educación de
calidad.
En este orden de ideas uno de los desafíos
de la educación superior, en América Latina de acuerdo con la Organización para
la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 1997), es aumentar su cobertura,
mejorar la calidad de la educación y la pertinencia de los programas de
estudios, es decir, que estén contextualizados y de esta manera cumplir con una
de su misión fundamental de permitirle a los jóvenes hacerlos conscientes de
sus raíces culturales para ubicarse en el mundo, enseñándole las demás culturas
y de esta manera lograr el fortalecimiento de la identidad nacional y de la
pluriculturalidad en un escenario de horizontes reflexivos sobre los cambios
que la sociedad actual exige; propiciando además una conciencia crítica, y el
compromiso con la cultura de la ética basado en los valores de la solidaridad y
justicia social.
Naturalmente que el papel protagónico de
la Universidad Latinoamericana con la sociedad de esta parte del mundo
pareciera ser una utopía en su realización, debido al trasfondo de complejidad
y de incertidumbre que presenta la problemática de la región. Pero cosa cierta
es, que las instituciones de educación
superior tienen una población de profesores y estudiantes de alto nivel
formados en distintas áreas del conocimiento, y que con una planificación
adecuada conjuntamente con los sectores público y privado podrían tratar problemas puntuales tanto en materia de
desarrollo como ambientales. Obviamente esto es un gran reto para las
universidades, pues implica, además de lo ya señalado, hacer partícipe a la:
comunidad local, padres, directores, docentes; siendo estos últimos, los que
juegan un rol estratégico debido a que son los responsables de la enseñanza y
de la formación de los jóvenes y adultos para
insertarse en la sociedad como ciudadanos responsables.
En este contexto, las autoridades públicas
les toca definir una política bien sea a través de estructuras (públicas,
privadas o mixtas) pertinente con la región, y sin dejar de involucrar la
comunidad local, regional, nacional y mundial. Sólo así podría tener éxito en
su objetivo para llevar a cabo la misión que tiene explícita e implícita la
educación superior: que no es otra cosa que preparar ciudadanos para la
participación activa fundamentada en el principio democrático de igualdad y
equidad social, solo de esta manera la América Latina saldría del atraso y se
podría hablar de desarrollo sustentable.
Por último es ineludible para la
Universidad de América Latina contribuir a crear una sociedad más armoniosa y
equitativa, que cumpla además con sus funciones que le son inherentes por
naturaleza, como lo son: diversificar ofertas de estudios, formación compatible
con las exigencias de la sociedad, para caminar en la senda del desarrollo
económico, científico, humanístico, técnico y profesional; así como el papel de
ser garante en sus comunidades de fomentar una cultura de paz y justicia
social, de derechos humanos, del rescate de los valores regionales, de la
interacción cultural, cumpliendo además con la doble tarea de mediación crítica
y de servicio, que promueva una sociedad más justa, equitativa, democrática y
participativa, este es el compromiso y el reto de la Educación Superior de la Universidad
en la América Latina.*
Referencias
Delors, J.
(1996). La Educación o la Utopía necesaria. De la comunidad de base a la
sociedad mundial. De la cohesión social a la participación democrática. Del
crecimiento económico al desarrollo humano. Las misiones tradicionales y nuevas
de la Enseñanza Superior: En la educación encierra un tesoro. España: UNESCO-Santillana.
García
Guadilla, Carmen. (1996). Conocimiento y Educación Superior y Sociedad en
América Latina. Caracas: CENDES-Universidad Central de Venezuela.
Organización
para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). (1997). Exámenes de las Políticas
Nacionales de Educación. México, Educación Superior. París: OCDE.
*Bas,
Manuel. (1999). Reto y Compromiso de la Educación Superior en la América Latina
para el Siglo XXI. [Mimeografiado]. Barcelona: Universidad Nacional
Experimental Virtual Simón Rodríguez.
MUESTRA VISUAL:
Luz González
Estructura Cinética, 2018
Colección Manuel Bas.
RETO Y COMPROMISO DE LA EDUCACIÓN
SUPERIOR EN LA AMÉRICA LATINA PARA EL SIGLO XXI
TEXTO: Manuel Bas
EDICIÓN DIGITAL: Eduardo Palmera Gómez & Manuel
Bas
FOTOGRAFÍA: Manuel Bas
OBRAS DE LA COLECCIÓN MANUEL BAS DE
ARTE MODERNO